Año CXXXVI
 Nº 49.846
Rosario,
lunes  19 de
mayo de 2003
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Panorama político
Es oportuno reflexionar sobre la democracia

Jack Benoliel

Vive el país horas de profunda significación institucional. Al coincidir con un nuevo aniversario de la Revolución de Mayo, considero oportuno reflexionar sobre la democracia.
Hay una definición de democracia, de J.P. Forner, crítico y polemista literario español, extraída de un discurso que pronunció en 1794 sobre el amor y la patria. Me decepcionó cuando lo leí por vez primera. Me sigue decepcionando cada vez que me encuentro con ella. Mas, he decidido mencionarla, a raíz de las horas que hemos vivido recientemente, en las que se lastimó a la democracia y se puso en riesgo el orden institucional de la República. Dice Forner: "Una democracia es un campo de batalla, donde la ambición de pocos jefes se disputa a palmos la facultad de subyugar al pueblo, a costa de la inquietud y a veces de la sangre y la miseria del mismo pueblo". Su error se entrelaza con el horror. ¿Por qué? Porque hace recaer en la democracia el deshonor de aquellos que la ultrajan.
Veamos cómo nace la democracia argentina. Sus primeros pasos, no sólo rectifican a Forner, también inducirán a no pocos políticos argentinos a reflexionar sobre los riesgos sufridos por el orden institucional de la República, merced a procederes que la historia no olvida ni perdona.
Juan Bautista Alberdi escribió "Crónica dramática de la Revolución de Mayo". Vibrante trabajo político-literario. Las citas históricas se han tomado de las actas capitulares de Mayo de 1810. El argumento evoca a los representantes del pueblo que salen del Cabildo para trasladarse a la Plaza Mayor donde está el pueblo reunido, aguardándolos. Antes de la presentación protocolar, Vieytes los invita a escuchar estas palabras: "Deteneos un instante, en presencia del pueblo, cuya majestad sois llamados a representar desde este día. Contemplad la magnitud de este gigante, la omnipotencia de este Rey que acaba de nacer y que va a depositar su sagrada corona en vuestras sienes. Ved bien lo que hacéis, lo que decís, lo que pensáis, al poner la mano sobre el Evangelio. Pensad que un día tendréis que restituirlo ileso. Pensad que un día tendréis que comparecer ante la majestad de este terrible juez, para dar cuenta de los compromisos jurados. Que cuando el pueblo os ordene descender, tendréis que obedecerlo sin que debáis quedaros con otro producto que el honor de haberlo servido religiosamente. Vosotros solos no seréis nada. Lo seréis todo por el pueblo y para el pueblo. El trono a las ideas, no a las personas. La gloria a las virtudes, no a los hombres".
Conmueve este mensaje del autor de Las Bases, simbiosis de un perfil republicano y democrático, plataforma sublime de ese primer vagido de la nacionalidad argentina. Pero también conmueve -por pesar y por frustración- el contemplar que figuras representativas de la dirigencia política hayan lastimado a la democracia, al olvidar que la humildad es una de sus virtudes señeras. Olvidaron que en todos los órdenes de la vida -incluida la política- hay que ser altivo en la derrota y magnánimo en la victoria.
Sostiene Santiago Kovadloff que "la esperanza se funda en una convicción: la que dice que la adversidad por más que pretenda paralizarnos y nos dañe, no tiene ni tendrá la última palabra".
Tengamos, pues, esperanza. Que nunca más lesionemos a la democracia. Es lo mismo que lesionar el espíritu de Mayo. Es muy triste tener que decir: "volvamos a Mayo", es más bello poder decir: "estamos en Mayo". Comencemos por honrar a Mayo, abrazando su espíritu para siempre. Buscando en sus ideas y en sus principios inspiración y guía, para que en el cumplimiento pleno y efectivo de nuestra ley fundamental, la libertad, la justicia y la democracia, sean la luz que jamás aminore su resplandor.
¿Lo veremos nosotros? ¿Lo verán nuestros hijos y nietos? No nos engañemos. Depende de nosotros que lo vean nuestros hijos y nuestros nietos.


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