 |  | cartas El juego de los besos
 | Siento como un recreo hablar de juegos con besos, entre tantos eventos dramáticos y violentos que obligamos a vivir a los púberes y adolescentes que intentan existir. Por supuesto, recuerdo aquellos besos "vendidos" en las kermeses o feria escolar, copiados de las grandes fiestas de beneficencia o los juegos de botellas y otros secretos que siempre inventamos como pretexto de distintos acercamientos. Ni hablar de la variedad de saludos que se utilizan en el mundo con besos de narices o contactos de labios y los multiplicados en ambas mejillas, más ritualizados que sentidos. El origen del beso, según algunos antropólogos, fue el resabio del intercambio de comida y afecto, al pasar la madre el alimento masticado boca a boca, a su hijo pequeño. Pero el beso que dispara el erotismo humano, lo describió Marcel Proust en el maravilloso libro "En busca del tiempo perdido": "...escoger con la mirada el sitio de la mejilla que iba a besar, preparar el pensamiento para poder consagrar gracias a ese comienzo mental del beso, el minuto entero que me concediera mi madre al sentir su cara en mis labios... Al subir a acostarme, mi único consuelo era que mamá habría de venir a darme un beso cuando ya estuviera yo en la cama... aquel momento en que la oía subir, cuando se sentía por el pasillo de doble puerta el leve roce de su traje de jardín, de muselina blanca con cordoncitos colgantes de paja trenzada, era para mí un momento doloroso. Porque anunciaba el instante que vendría después, cuando me dejara solo... aquella concesión que mi madre hacía a mi tristeza y a mi inquietud subiendo a decirme adiós, molestaba a mi padre, a quien parecían absurdos estos rituales...¿Cómo enojarse o escandalizarse con este juego cuando uno asiste a tantas consultas de usos y abusos (no solo genitales o mal llamados sexuales) que ejecutan los adultos? Como todo juego, según Winnicott, transita entre la fantasía y realidad que le supimos enseñar. Desde el ingreso escolar se confunde educación con domesticación. Todo se hace para sacar provecho o una nota mejor o peor que el compañero, no por el erotismo de aprender a aprender, de saber y comprender la realidad a digerir. La familia está tan escindida que las funciones normatizadoras o paternas quedan sólo documentadas en películas antiguas. Salvo raras excepciones, las publicidades apuntan a promover el consumo y no a consumar la vida, que tanto necesita del amor espontáneo. ¿Acaso las raspaditas, los inexistentes premios si se compra algo, u otras maneras de chantajear los gustos y elecciones auténticas, no son algo aprendido en esta sociedad? Los concejales, como integrantes del Estado, deben recordar a Locke que describió el momento en que los hombres cedieron al Estado la responsabilidad de cuidar sus propiedades cuando les fue imposible hacerlo como familia exclusivamente. Deben auxiliar a los padres cuidando más el contexto o medio ambiente en que crecen nuestros niños. Según la definición de la Organización Mundial de la Salud son los "lugares donde se vive, trabaja, estudia y los de esparcimientos" hoy tan encogidos y violentos. Mirta Guelman de Javkin
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