Berlín. - El canciller alemán, Gerhard Schroeder, y el secretario de Estado norteamericano, Colin Powell, pusieron de manifiesto que el hielo en las relaciones entre Berlín y Washington es difícil de derretir, pese a los esfuerzos por ambas partes para conseguir un acercamiento después de meses de agrias disputas. Tras una reunión en la capital alemana de apenas 36 minutos, 24 menos de lo previsto inicialmente, Powell y Schroeder comparecieron ante la prensa sin sonreir y sin mostrar un mínimo gesto amistoso. Pese a que ambos calificaron su conversación de "abierta", "sincera" y "amistosa", "propia de amigos", ni siquiera se miraron a la cara al hablar ante los periodistas. La rueda de prensa conjunta convocada en los jardines de la Cancillería alemana se limitó a unas breves declaraciones y sin que se permitiera hacer preguntas. "Muchas gracias por haber venido", despidió Schroeder a los varios cientos de periodistas que se congregaron con motivo de la visita. Al terminar, se pudo ver como Powell, Schroeder y el ministro del Exterior, Joschka Fischer, estos dos últimos con la cabeza baja, abandonaban el lugar casi sin hablar. Por lo menos se dieron un apretón de manos al despedirse. Acerca de por qué el encuentro duró menos de lo previsto, el viceportavoz del gobierno alemán, Thomas Steg, explicó: "Fue una conversación muy intensa". En las últimas semanas, círculos próximos a la Cancillería federal habían insinuado que la visita de Powell, el primer miembro del gobierno estadounidense que acude a Berlín desde la guerra de Irak, serviría para preparar un posible encuentro entre Schroeder y George W. Bush. Ambos llevan sin hablar personalmente desde hace más de medio año, ni siquiera por teléfono. Sin embargo, Powell no sólo no anunció dicho encuentro, sino que incluso, en una entrevista con la televisión pública alemana ZDF, llamó a no hacerse ilusiones de que Schroeder y Bush puedan reunirse al margen de la cumbre del G-8 en Evian, Francia, ya que ésta tiene un orden del día muy apretado. "Se reunirán en grupo". En círculos próximos al presidente estadounidense se afirma que, actualmente, se ve prácticamente imposible que Schroeder vuelva a pisar la Casa Blanca. En este contexto, según un funcionario próximo al canciller, para Schroeder fue toda una bofetada el que Bush recibiera por sorpresa en la noche del jueves en Washington a un político de la oposición alemana, el primer ministro de Hesse, Roland Koch, cuyo partido, la conservadora CDU, mostró su apoyo a la guerra. La administración Bush acusa a Schroeder de haber llevado una campaña "antiamericanista" para conseguir su reelección el pasado 22 de septiembre y de haber continuado luego con su feroz oposición a la guerra para aumentar su popularidad dentro del país. Además, tampoco gustó nada a Bush el hecho de que la ahora ex ministra de Justicia alemana Herta Daeubler-Gmelin lo comparara con Hitler. Berlín y Washington han intercambiado puñaladas dialécticas durante meses en torno al tema de Irak. El secretario de Defensa, Donald Rumsfeld, habló de Alemania y Francia como la "vieja Europa" y puso a Alemania al mismo nivel que los regímenes Libia y Cuba. Mientras, políticos alemanes acusaron a Washington de llevar a cabo una guerra por petróleo. Ahora, al parecer, las labores de reparación están en marcha. Pese a la atmósfera de la reunión en Berlín, para la que Schroeder tuvo que acabar antes de lo previsto su gira por Asia, el canciller alemán mostró sus deseos de reconciliación. Así, por ejemplo, se pronunció a favor del levantamiento de las sanciones contra Irak en el Consejo de Seguridad de la ONU, algo a lo que se oponía hasta el momento. Schroeder parece no querer enojar más a Bush. (DPA)
| Powell en Berlín. Un saludo helado con Schroeder. | | Ampliar Foto | | |
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