 |  | Nueva etapa. Tras el renunciamiento, el ex presidente se fue a Anillaco Menem, solitario y con claros signos de tristeza, se recluyó en La Rioja Acompañado por Alberto Kohan y su médico personal volvió a su pueblo buscando mejorar su estado de ánimo
 | Carlos Menem fue ayer la fiel imagen de la derrota, la que -sin embargo- quiso evitar a toda costa al bajar su candidatura y no enfrentar a Néstor Kirchner. El día después de su renuncia no fue uno más para el ex presidente: embargado por la tristeza y casi en soledad, se recluyó entre los lugares comunes de su memoria en La Rioja y en su pueblo natal, Anillaco. Sólo un puñado de amigos le hicieron el aguante, entre ellos, el incondicional Alberto Kohan. Menem amaneció en la residencia del gobernador riojano Angel Mazza tras pasar una noche en la que -aseguran sus íntimos- recuperó el sueño perdido de los últimos días, que no fue el de volver a la Rosada sino el de dormir unas cuantas horas de corrido. "Me saqué un peso de encima", le dijo ayer a la mañana a un estrecho colaborador riojano, según confiaron desde el entorno de Menem, quien evitó hablar de política. Sólo insistió ante sus íntimos en que no abandonará la lucha. El ex presidente optó por pasar una jornada distendida y sin el estrés de las presiones cruzadas en su entorno para que tomara o no la decisión que, finalmente, adoptó. Al mediodía se fue al pueblo que lo vio nacer, aunque hizo un par de escalas que contribuyeron a levantar su ánimo alicaído, estado que fue admitido a la prensa por alguien que suele ser casi su sombra: "Está triste", confesó. A bordo de una camioneta 4x4, escoltado por vehículos de custodia, Menem tomó la ruta 75 con destino a Anillaco, pero se detuvo en el kilómetro 67, en un paraje bautizado "Descanso algarrobal", donde él y su pequeña comitiva almorzaron cabrito y jugaron al pool. Afuera de aquella hostería, entretanto, bajo una leve llovizna y un frío de montaña, cuatro simpatizantes del riojano más famoso desplegaron una bandera que rezaba: "La vida por Menem". Seguidos por una decena de autos de prensa, el ex presidente evitó las cámaras en todo momento hasta que llegó a su segunda escala del viaje a Anillaco: la Granja Zoo Aminga, que era propiedad de su fallecido hijo Carlitos, donde rezó dentro de una pequeña capilla construida en la finca y, luego, se mostró a los fotógrafos enfundado en un mameluco blanco. Este vestuario tenía, claro está, una razón de ser: estaba en el tambo de la Granja. Lo que llamó la atención a algunos periodistas fue el hecho de que hubiera evitado a los fotógrafos todo el día y se expusiera recién a las cámaras así vestido. Pero acaso la razón habría que buscarla mirando la composición de la escena, con su incondicional amigo Kohan vestido con un mameluco similar entre las vacas. Los guardapolvos blancos parecen haber sido, en tal sentido, un mensaje hacia dentro de lo que queda del menemismo. El ex secretario general de la Presidencia fue el que más peleó para que Menem no bajara su candidatura y, sin embargo, allí estaba, integrando parte de la reducida comitiva junto al médico del ex jefe del Estado, Alejandro Tfeli. Menem partió luego rumbo a la casa de su amigo Carlos Spadone, el empresario que lo hospeda en Anillaco desde que su hija le prohibió usar "La rosadita". Pero antes pasó por las bodegas familiares, a cien metros de su residencia. Su ánimo parecía ya recuperado, aunque para ello el ex mandatario habrá tenido que distraer la mirada cuando ingresó a "su" Anillaco del alma y se cruzó con un pasacalles que todavía proclamaba: "Carlos Menem, Presidente 2003".
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