Año CXXXVI
 Nº 49.843
Rosario,
viernes  16 de
mayo de 2003
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El clima ayer, hoy y siempre

Desde el año 1960, en los distintos institutos de geología que hay en el mundo se comienza a detectar un incremento de los volcanes que entran en actividad. Actualmente ya se ha triplicado su número. Las megatoneladas de energía que expulsan son absorbidas por la atmósfera. A ello hay que agregarle que las rítmicas pulsaciones del centro fundido del planeta tierra producen dilataciones y contracciones de la masa esférica con su corteza superficial provocando las erupciones y terremotos conocidos. Las fisuras de la corteza, que atraviesan el lecho oceánico, hacen que se caliente el agua del océano a tal punto que modifican notablemente el clima atmosférico en distintas regiones. Además, la radiación solar tiene notable influencia en la temperatura media del planeta, radiación que viene incrementando sus picos máximos desde 1710. A todo esto hay que agregarle el efecto invernadero por la polución provocada por el hombre. Estudiados los efectos resultantes de estas complejas actividades de la naturaleza de nuestro planeta hallamos algo muy importante: el comportamiento del clima en el planeta toma las características de una onda completa sinusoidal cada mil años. Si verificamos en qué punto de curvatura de la variante de la onda nos hallamos actualmente, vemos que desde el año 1850 en adelante subimos en una pendiente rumbo al período de calor, el que comenzaría en 2100. Entonces debemos comprender que hay que preparar para el presente y el futuro el territorio donde nuestros descendientes han de vivir. Hay que construir canales de desagüe para las llanuras que van a inundarse, como así la red de provisión del agua potable que va a faltar.
Luis Fernando Ríos


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