Ryad/El Cairo. - El mensaje terrorista de los ataques suicidas de Ryad es claro para los analistas occidentales. Con su serie de atentados minuciosamente planeados contra civiles extranjeros, los extremistas sólo quieren decir una cosa: el retiro de las tropas estadounidenses de Arabia Saudita no es suficiente. Siguen luchando contra EEUU y sus aliados. Los analistas creen que los atentados fueron planeados antes del anuncio del retiro de tropas a fines de abril, y que no se cancelaron por ello. Además, las bombas demuestran en los asentamientos de extranjeros, poblados mayoritariamente por estadounidenses, que grupos como Al Qaeda aún son capaces de planear y realizar grandes atentados a pesar de la "lucha contra el terrorismo" mundial anunciada con aspavientos por EEUU. Y eso que hace pocos días parecía que, después de negociaciones de más de un año, el gobierno del presidente George W. Bush y los monarcas petroleros del golfo Pérsico habían llegado por fin a un acuerdo que quita a los terroristas islámicos como Osama Bin Laden el caldo de cultivo político y al mismo tiempo apoya a la casa real saudita. Si bien oficialmente nadie quiere saber nada de semejante acuerdo, las pistas son claras. A fines de abril, el secretario de Defensa estadounidense, Donald Rumsfeld, anunció en una visita a Arabia Saudita el retiro de las tropas estadounidenses del reino. Ese era uno de los principales pedidos de los terroristas seguidores del líder de Al Qaeda, Osama Bin Laden, que acusaban a la casa real saudita de haber metido, sin ninguna necesidad, "infieles" en el país de los lugares sagrados, como La Meca y Medina. Si bien la casa real saudita subrayó que nunca pidió el retiro a los estadounidenses, este paso quita una presión considerable al rey Fahd y al príncipe. Los sauditas también representan un problema para los estadounidenses. El hecho de que 15 atacantes suicidas del 11 de septiembre de 2001 fueran sauditas llevó a muchos políticos en Washington a cambiar de idea sobre su aliado en el mudo árabe. De repente, se preguntaron si la juventud en las escuelas y las mezquitas del archiconservador reino islámico y las fundaciones religiosas de los sauditas en el exterior eran educados para el odio hacia Occidente y el desprecio de los derechos humanos. La semana pasada, el ministro del Exterior, príncipe Saud el Faisal, anunció que el rey quería permitir por primera vez una organización de derechos humanos privada e independiente. Pero el lunes se supo que la organización de beneficencia El Haramein, apoyada por el príncipe saudita, iba a suspender sus actividades en Pakistán y Afganistán en las próximas dos semanas. La organización aparece en la lista estadounidense de organizaciones que presuntamente promueven el terrorismo. (DPA)
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