La pelea del entorno de Carlos Menem sobre su participación en el ballottage cubrieron de especulaciones políticas al precoloquio de Idea realizado ayer en Rosario, durante el cual los grandes empresarios del país comenzaron a debatir la agenda que le presentarán al próximo gobierno. Aunque los popes del poder corporativo dan casi por descontada la victoria de Néstor Kirchner, el temor que se instaló de repente es el que tiene que ver con las consecuencias institucionales de que no se realice, eventualmente, la segunda vuelta.
El jefe de economistas del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), Guillermo Calvo, fue el más alarmista de los disertantes que pasaron por el auditorio de la Bolsa de Comercio. El funcionario reiteró su advertencia sobre la debilidad política del nuevo gobierno que, consideró, podría verse obligado a firmar otro "acuerdo corto" con el Fondo Monetario Internacional.
En rigor, las prevenciones de Calvo son independientes de que se realice o no la segunda vuelta. Igualmente, el economista que predijo el efecto tequila consideró que esa misma debilidad puede "reforzar" la negociación con los acreedores externos. Además, "bendijo" al oficialismo: "Kirchner está entrando en los organismos con un ministro de Economía (Roberto Lavagna) al que se conoce muy bien, por lo cual no hay ningún problema".
Los empresarios se acostumbran a la idea de que Néstor Kirchner sea presidente y Roberto Lavagna su ministro de Economía, aun cuando muchos respaldaron abiertamente los gobiernos menemistas.
El propio Miguel Kiguel, presidente del precoloquio, titular del Banco Hipotecario y ex funcionario de Menem, levantó el pulgar a favor de Lavagna: "Es muy meritoria su tarea de haber recuperado un marco de estabilidad, de control del gasto público y de la inflación", señaló.
Kiguel fue también uno de los encargados de poner en público las prioridades que debería atender el nuevo gobierno en materia económica. Estas pasan por la una negociación con los acreedores externos "sobre la base de que hay que firmar lo que sea pagable", la reestructuración del sistema financiero, la renegociación de las tarifas y, sobre todo, "la definición de reglas de juego que no se alteren como pasó en el último año y medio".
Consideró que no será una buena señal no hacer el ballottage. Lo mismo dijo Oscar Vicente, CEO de Pecom Energía. Pero nadie llegó a espantarse. El presidente de Idea, incluso, relativizó el efecto de esta incertidumbre en el caudal político de Kirchner. "Los números de la adhesión que despierta ya se conocen por los sondeos de cara al ballotage", dijo.
Vicente se mostró como uno de los pocos empresarios con llegada al santacruceño, puesto que Pecom tiene operaciones en la Patagonia. "Es un hombre normal", dijo y aclaró: "Con buen manejo administrativo y austero".
En estricto off, los directivos más perseguidos veían con buenos ojos la elusión de la segunda vuelta. Temen que esa elección "se convierta en un plebiscito contra el modelo de los 90".
Juan Forn, vicepresidente de Molinos, achicó ese pánico. Aseguró que el de la economía argentina no es un problema de modelos sino de gestión y señaló: "Si hay equilibrio fiscal no es necesario tener tipo de cambio fijo para mantener la estabilidad".
El faltazo de funcionarios y políticos vinculados a la puja electoral privó a los empresarios de contrastar sus propuestas con el sector público. Se ausentaron Daniel Scioli y Juan Carlos Romero, y Lavagna, quien se excusó tempranamente. Sí fue el cuasi candidato a ministro de Economía por Menem, Carlos Melconian.
Las agroexportaciones
Igualmente, debatieron sobre cómo transformar la recuperación económica actual a un crecimiento sostenible. Insistieron con la seguridad jurídica y reclamaron una política exportadora.
Forn alertó sobre el alarmante "crecimiento de la evasión luego de la devaluación", y pidió bajar impuestos. El gerente de la Cámara de la Industria Aceitera (Ciara), Alberto Rodríguez, suscribió y agregó: "Las retenciones no pueden ser para siempre, si se mantienen en el mediano plazo, la consecuencia será inevitablemente la caída de la producción".
El vicegobernador Marcelo Muniagurria se pronunció a favor de diseñar un fuerte programa de infraestructura con base en el interior del país, para acompañar el crecimiento del agro. En el caso particular de Santa Fe, opinó que la catástrofe en el centro norte provincial debe dar lugar a la reformulación de un plan integral de infraestructura y desarrollo económico.
La economista y ex diputada Beatriz Nofal, advirtió que el crecimiento dependerá de la renegociación de la deuda y la liberalización de los mercados agrícolas porque "uno de los efectos de proteccionismo es afectar las exportaciones y, por lo tanto, el financiamiento".
El economista Javier González Fraga, titular de la empresa láctea La Salamandra, se pronunció a favor de un "modelo productivo" y festejó que "los candidatos de los 90 hayan cambiado sus discursos masivamente". Opinó que, en materia política, "nadie le da importancia a si el presidente sacó 22 ó 24% de los votos".
Kiguel, en tanto, llamó la atención sobre la fragmentación de la representación empresario. Pidió "una voz unificada" frente al próximo gobierno".
En un clima de ansiedad de los acontecimientos políticos, que llevó a muchos empresarios a acelerar la partida, el precoloquio cerró sin la tradicional presentación de conclusiones. Vicente, presidente de Idea, sugirió buscarlas en Internet. Liberados, los hombres de negocios corrieron a sus búnkeres para no perderse el nuevo capítulo de las aventuras de Carlos Menem.