Año CXXXVI
 Nº 49.839
Rosario,
lunes  12 de
mayo de 2003
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Dos ladrones condenados
Un taxista vio un robo, se involucró y fue clave para atrapar a los autores
El testigo presintió que habría un atraco y volvió al lugar. Después salió a buscar a la policía

Jorge Salum / La Capital

El hombre maneja el taxi por la calle Paraguay a la altura de 27 de Febrero. No está distraído: trata de registrar cada movimiento humano porque el trabajo escasea y está a la caza de clientes. De pronto ve algo que dispara una sospecha: cuatro sujetos se acercan hacia una pareja y el conductor intuye que van a asaltarla. Sigue de largo y da una vuelta a la manzana hasta volver al mismo sitio. Entonces su intuición se convierte en certeza: el robo ya se ha consumado y uno de los ladrones se da cuenta de que el taxista los descubrió. El delincuente dispara varias veces contra el coche negro y amarillo y entonces el conductor acelera hasta encontrar a una patrulla del Comando Radioeléctrico.
El gesto es inútil. El taxista es un testigo clave y no elude el compromiso. Su relato no sólo facilitó la detención de los asaltantes a metros del atraco: también resultó decisivo para que al menos dos de ellos terminaran condenados a 5 años y medio de prisión por ese hecho.
Los tres magistrados que acaban de confirmar el veredicto de un juez de primera instancia destacaron la importancia para la seguridad pública de la "participación solidaria" del taxista. "En este caso, el eficaz esclarecimiento del hecho y la recuperación de lo robado se obtuvo gracias a la cooperación prestada por el taxista", escribieron en el fallo.
La actitud de este hombre, "integrante de una corporación profesional frecuentemente acosada por los robos", contrasta con las dificultades que afrontan muchas veces los investigadores policiales y judiciales para conseguir testigos de un episodio delictivo. Y sin testigos es casi imposible probar quién fue el autor de un delito por más que otros indicios lo incriminen indirectamente.
A la decisiva participación del taxista no le faltó cierta dosis de valentía y audacia. El hombre nunca dijo -al menos no hay constancia de ello- si sintió temor o no, pero lo cierto es que aceleró para salir de la situación de peligro y en lugar de desaparecer, buscó a la policía. Tampoco le faltó suerte: enseguida se cruzó con un patrullero y esto permitió que dos de los ladrones fueran sorprendidos segundos después de cometer el atraco, en Corrientes y Rueda. En su poder tenían todo lo que acababan de robarle a la pareja (reloj, celular, cadenitas) luego de amenazarlos con un arma blanca.
Luego, en el juicio, la defensa de los dos ladrones dijo que no había por qué dar por cierto que el procedimiento policial fue tal como lo contaron los efectivos, e intentó restar valor probatorio al acta que confeccionaron en aquel momento. Pero tanto el juez Ernesto Genesio -quien dictó el primer veredicto- como los camaristas Ramón Ríos, Humberto Giménez y Juvencio Mestres, que lo ratificaron, dijeron que el relato del taxista y el hallazgo del botín en manos de los acusados son pruebas irrefutables de que participaron del atraco.


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