| | Editorial Patrimonio forestal en peligro
| Esta columna se hacía eco, poco tiempo atrás, de la plaga que asuela a los árboles de la zona del parque Urquiza, que los lleva indefectiblemente a la extinción ante la pasividad de quienes tienen la responsabilidad de velar por ellos. El trasfondo de tan preocupante asunto no es otro que la carencia de una cultura vinculada al cuidado de las especies vegetales, fortalecida en estos duros tiempos por la obvia presencia de prioridades más urgentes. Sin embargo, la defensa del patrimonio forestal no sólo no debe ser postergada, sino que amerita su constante puesta en escena ante las primeras pero contundentes señales de una emergencia a nivel nacional. No hace mucho la Secretaría de Medio Ambiente y Desarrollo Sustentable dio a conocer el primer inventario forestal del país. En esa radiografía se describe con precisión la pérdida de las dos terceras partes del patrimonio de árboles argentino, en lo que sin vacilar debe ser descripto como una tragedia. Pocos países se pueden dar el lujo de disfrutar de la variedad de formaciones forestales de que goza la Argentina, que van desde las selvas tropicales norteñas hasta los lengales del sur. También se debe mencionar, entre otras, a las sabanas del Chaco y los bosques del norte de la Patagonia. El dato que provoca escalofríos, sin embargo, es que durante el transcurso del siglo pasado los treinta y tres millones de hectáreas de bosques que poseía la Argentina se redujeron a doce millones. Resulta redundante a esta altura abundar en los beneficios que los bosques traen aparejados: la regulación del ciclo del agua y el mantenimiento de la fertilidad de los suelos se cuentan entre los más importantes. Ello, sin incluir en el inventario la crucial importancia que revisten en torno de la redituable actividad turística. Pese a lo obvio de los argumentos persiste alrededor suyo una indisimulable aureola de negligencia, proyectada -lamentablemente- desde la órbita del Estado. Más allá de la resolución de los urgentes problemas de la coyuntura, resulta imprescindible fijar pautas claras para el desarrollo de una política de protección medioambiental. Antes de que sea demasiado tarde.
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