En el templo de Koricancha, en el Cuzco peruano, se aguarda la llegada del solsticio de invierno al hemisferio sur para iniciar el Inti Raymi, rito de agradecimiento al dios Sol, la más solemne y grandiosa festividad del imperio incaico. Este año el Inti Raymi, o Fiesta del Sol, comenzará en ese templo el martes 24 de junio a las 9 de la mañana, seguirá en la Plaza de Armas y finalizará en la fortaleza de Sacsayhuamán. El inca Garcilaso de la Vega dijo de esa fortaleza que "es la obra mayor y más soberbia que los incas construyeron para mostrar su poder", mientras que el historiador inglés Clements Markham aseguró que "no hay en el mundo construcción de su género que pueda comparársele". Estos testimonios resaltan el esplendor arquitectónico de esa fortaleza que es el escenario natural del Inti Raymi, celebración que desde 1994 se realiza dentro del Festival Ritual de la Identidad Nacional, en la capital arqueológica de Perú. Mucho antes del día del solsticio la gente de Cuzco se prepara para esta celebración, donde los convocados colman la explanada sobre la que se levanta la fortaleza. Por allí desfilan, al compás de milenarios aires musicales, delegaciones de los cuatro "suyos", con sus atuendos típicos, mientras avanzan, en columnas, ondulantes ñustas, coyas y pallas. De pronto el inca se deja ver sobre una litera que en aquellos tiempos era de oro y plata, vestido con plumas y metales. Un séquito de dignatarios lo acompaña a respetable distancia y todos escuchan el sonido de cometas y quenas. Entonces se pone de pie y extendiendo los brazos hacia el horizonte homenajea al Inti, el dios Sol, mientras en voz alta ora en lengua quechua prometiendo obediencia, respeto y adoración. Después aparecen animales que se sacrificarán en honor al dios Sol, rito que en la cultura incaica significa la purificación de la vida y el alejamiento de los males. Voces y gritos, música y silencios se alternan, mientras las mujeres escogidas, y no otras, reparten la chicha y el pan ceremonial. En los tiempos del imperio, la multitud -descalza y en cuclillas- aguardaba la aparición del sol. Y cuando el astro despuntaba las voces se elevaban en un jubiloso "haylli" -la canción del triunfo- y los presentes lo adoraban con los brazos abiertos y las palmas de las manos apuntando al oriente. Sólo el inca llevaba en sus manos dos grandes vasos de oro llenos de chicha; con el de la derecha invitaba al Inti, y con el otro compartía la bebida con sus parientes. Entonces comenzaba el desfile de los súbditos y los pueblos traían sus ofrendas. En las celebraciones actuales los hombres que representan al ejército llevan escudos y armas, y las mujeres alimentos y flores, y un manto de pétalos perfumados cubre el camino del inca hacia la fortaleza de Sacsayhuamán.
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