"Sí, el río Salado creció por la lluvia, pero en Santa Fe hubo una situación que potenció las consecuencias de esta contingencia de la naturaleza: el puente que tiene ese cauce sobre la autopista Rosario-Santa Fe no fue construido con la medida suficiente", afirmó el especialista en hidráulica Dante Seta.
"La luz adoptada fue menor que la sección de escurrimiento que necesita el Salado y hoy eso está produciendo el deterioro y el descalce de sus estribos, es decir del terraplén que accede al puente", describió.
"Por metodología de construcción, el puente sobre la autopista no se hizo en el preciso lugar donde estaba instalado sobre el cauce natural, sino que se desplazó hacia un costado, pero esto no es tan peligroso como la luz que se adoptó, que a mi juicio resulta restringida", explicó Seta.
Además dijo que dicha luz funciona bien para los valores medios pero no puede afrontar solicitaciones de máxima, que en las crecientes se transforman en velocidad y que producen erosión y arrancamiento del material existente.
Según el especialista, el puente en la autopista sobre el río Salado ya tiene un antecendente de rotura. "A los pocos meses de habilitada la autopista el río rompió el puente pero se volvió a construir con la misma luz, es ahí donde uno debe preguntarse por qué se rompen las cosas, por qué están mal hechas, por qué están insuficientemente realizadas, o por qué están sobre o infradimensionadas, como ocurre en este caso", señaló y agregó que de haberse contemplado en el puente la luz requerida por la naturaleza, el tránsito no se hubiera interrumpido a pesar de la inundación.
Para Seta todavía no se alcanzaron los valores picos del desplazamiento de agua para los 400 milímetros de precipitaciones que hubo en la cuenca del Salado y auguró que quizás se complique la situación de otros cursos de agua como el río Potrero y el arroyo Leyes.
Respecto al inédito comportamiento que tienen hoy las aguas del Salado -que no reconocen antecedente cercano- Seta explicó que los períodos de recurrencia de los cursos hídricos pueden ir de centenas hasta ciclos milenarios. "Por eso hay que tratar de considerar recurrencia de al menos 500 años para que los acontecimientos esperados tengan un envolvente de seguridad", consideró.
Además, y sobre el destino final del torrente que ayer asoló a Santa Fe, Seta dijo que las aguas confluirán en el río Paraná, que tiene suficiente capacidad para asimilar estos caudales y no tener problemas en sus márgenes y niveles. "El Paraná tiene caudales desde 15 mil a 80 mil metros cúbicos por segundo en épocas de crecientes, de modo que este volumen de agua que es extraordinario para el Salado no lo es para el Paraná", acotó.
El regreso tan temido
Para Seta, el desmadre hídrico debe inscribirse en las modificaciones de las cuencas en distintos puntos del país. A esto debe añadirse el regreso de la corriente de El Niño con su bagaje de grandes precipitaciones provocadas por ciclones y anticlones del este y del oeste, lo que determina una gigantesca evaporación en todo el continente sur, con grandes manifestaciones de energía eléctrica en la atmósfera.
Además, alertó sobre un fenómeno que influye en la modificación climática: el proceso de calentamiento del planeta que no sólo incrementará las lluvias sino que aumentará los cursos de agua que el planeta labró a través de millones de años.
Según Seta, el origen de las temibles crecidas hay que buscarlo en el desplazamiento de la isohieta de 1.200/1.400 milímetros, es decir la línea de igual precipitación anual, que estaba en la vertical de la Mesopotamia y se corrió unos 400 kilómetros al oeste, hacia las sierras de Córdoba o hacia Santiago del Estero que ya modificó su clima. "Lo que llueve en esta cuenca gigantesca es similar a lo que es capaz de desembocar el río Negro en un año, es decir unos 45 mil millones de metros cúbicos de agua por año, esto hace que todos los reservorios naturales y artificiales estén colmados y el suelo sin absorción", reseñó.
Cuando esto sucede, una lluvia de 300 milímetros en un corto período de tiempo, se transforma en un torrente porque el agua no se insume sino que se desplaza por los cursos que encuentra como el caso del Salado, comentó Seta. "El desborde del Salado es un efecto puntual de una precipitación en ese lugar, pero en las sierras de Córdoba hay precipitaciones de mucha importancia que llegarán a través del río Tercero o Quinto, y van a impactar en el sur de la provincia de Santa Fe", vaticinó.