José L. Cavazza / La Capital
A Chango Farías Gómez se lo ve entusiasmado hablando de esta nueva etapa en su vida profesional. Un entusiasmo parecido a cuando formó los Huanca Hua o después MPA, asiente. El guitarrista y cantor -que hoy se presenta, a las 21.30, en el teatro Lavardén, Sarmiento y Mendoza- lanzará al mercado en las próximas semanas su nuevo disco, "Chango sin arreglo", que ya está listo. Un puñado de clásicos del folclore horneados con un molde muy personal y con un booklet especial, cuyo nudo conceptual utiliza la leyenda del ekeko. En ese pasaje a la forma totémica, Chango se embarra la cara y echa humo. En el diseño de tapa el ekeko de cerámica toma prestada las facciones de Farías Gómez. Casi siempre Chango Farías Gómez se reúne con músicos más jóvenes. "De alguna manera uno es el pasado y ellos van hacia el futuro", afirma sin nostalgia antes de pasar a enumerar los músicos que los acompañarán a Rosario: Norby González en bajo, Diego Rolón en guitarras, Juampi Di Leone en flauta traversa y Facundo Guevara en percusión. -¿A qué se debe la larga ausencia de los escenarios? -Hace algo más de un año que estoy en Córdoba, viviendo e intentando formar una escuela de música. El disco nuevo ya lo estaba trabajando y nos hemos tomado tiempo para hacer la gráfica. Este año fue como comenzar de nuevo, después de un tiempo de no hacer absolutamente nada. -Sobre el álbum nuevo se dice que es tu primer proyecto solista, ¿qué fueron entonces discos como "Contraflor al resto"? -Es cierto, no es tan así. A veces me cuesta explicar lo que hago. Es más, el último que puede decir lo que hago soy yo. La característica fundamental que puede tener este disco es que quien canta soy yo, porque siempre canté con la voz de otro, ya sea a través de los Huanca Hua, MPA o lo que sea. -La estética del disco: un tótem, un ekeko, tu cara embarrada, un fasito entre los labios... ¿Qué representan? -Aunque se parezca no es un porro sino un cigarrillo armado como los que se fuman en el norte del país, con tabaco comprado. Al ekeko cuando vos le pedís le das un cigarrillo, si larga humo significa que te lo va a conceder. Charlando con Jorge Moreno, que hizo la gráfica del disco, le decía "me hacen laburar de tótem". Eso le causó mucha gracia. Es cierto, para muchos músicos jóvenes soy una especie de tótem... si hasta algunos chicos me han mirado de una forma extraña y luego se largaron a llorar. Me pasó una vez haciendo prueba de sonido en un festival norteño. Por esto, Moreno me hizo la figura de un tótem en la gráfica: el ekeko, que es un dios menor, algo extravagante y muy casero. En principio era un dios fálico, porque estaba desnudo y con un enorme miembro... Cuando llegó el conquistador hubo que vestirlo. -Suena a un país lejano en el tiempo... -Sí, como que también es cierto que tenemos tres Argentina: del noroeste para arriba que tiene que ver con Latinoamérica; el centro del país que es la patria gringa, que es el poder económico y cultural argentino, y la Patagonia que no sabemos qué coño va a pasar con ella. -Pero tu nuevo disco se va a distribuir sobre todo en la patria gringa, dicho sin ironías. -Seguramente, pero el análisis debe pasar por preguntarse por qué esta cultura oficial sigue discriminando. Se festeja el 12 de octubre el Día de la Raza y, ciertamente, algunos acuñaron aquello de "venimos de los barcos". Quiero decir que hay varias Argentina, porque de lo contrario estaríamos olvidando tres siglos de historia. Estamos en un momento de la historia donde siguen las antinomias, y las antinomias siempre causan oscuridad. A mí me da vergüenza que el presidente aún regale a un extranjero importante un Martín Fierro. -¿Lo de la edición independiente es porque a los sellos multinacionales no les gusta correr riesgos? -El negocio de la música pasa por otro lado. Realmente, fue una desgracia poner el nombre de folclore a la música que hacemos. Desde los 70 siempre hubo que recurrir a nombres para aclarar lo que se hace: antes, la proyección folclórica para dar a entender que era una música para algunos y no un producto para las masas, o ahora folclore joven que es como decir dinosaurio moderno, para llegar a términos como fusión que sólo representa confusión. Pongo una quena y una guitarra eléctrica y hago fusión... no jodamos. Es lo mismo que decir "rock nacional". Todas estas pequeñas estupideces que señalo cuando las juntás hacen que nosotros estemos en cualquier lado. Para las discográficas multinacionales nosotros somos insumos industriales y generan músicas como las que estamos viendo últimamente. -¿Nunca fuiste de apostar a lo seguro, ¿eso en el folclore tradicional es doblemente riesgoso? -Es que en nuestro folclore sobran demasiados gerentes de la tradición. Hay tipos que se han adueñado de esa idea falsa y así estamos. Los músicos tenemos que soportar a los folclorólogos, algunos de los cuales ni siquiera tocaron una caja, pero opinan. Dicen esto es así y esto otro se baila asá. Una cosa estúpida de un país que quiere ser lo que todavía no es. -¿Te sentís un músico de folclore? -Soy un tipo que hace música popular. Me gusta toda la música: el tango, el chamamé, me gusta la música linda... me gustan el jazz y la música clásica, la brasileña y el flamenco me vuelve loco. Claro que cuando, profesionalmente, quiero mandar un mensaje lo hago desde el lugar donde me siento más seguro. De todos modos, estamos viviendo en un país culturalmente ilusorio. -¿Te ves más cerca del espíritu de los jazzeros? -Respecto a tener la cabeza siempre abierta, sí. En ese sentido tengo más que ver con eso que con los gerentes de la tradición que piensan que los folcloristas tienen que ser grandes tomadores de vino y comer empanadas, si no cómo vas a hacer folclore, ¿entendés? Son estereotipos que se arman a partir de una idea fija cultural que nos han metido en la cabeza.
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