El teatro Caras y Caretas festeja treinta años de actividad en la misma sala independiente en la cual se gestó el grupo dirigido por Héctor Ansaldi. Las tres décadas se recordarán hoy, a partir de las 20.30, con una versión ampliada del ciclo de improvisaciones "Los cómicos de miércoles" que una vez por mes realizan en la sala de Corrientes 1518. Actores y músicos serán parte del festejo con un debate sobre los logros del grupo. Ansaldi reconoció tres grandes influencias en su trabajo desde la apertura: el director rosarino Mirko Buchin, quien le acercó la "sutileza en la puesta en escena", y el cual dirigió allí "La Porota y su varieté", uno de los éxitos del teatro; Miguel Bebán, que le imprimió "mística teatral y rigor" a su actividad, y Carlos Serrano, con quien aprendió todo lo relacionado a la "plástica y al deslumbramiento del público en escena". La sala comenzó su actividad en 1973 por sugerencia de Buchin: "Con un grupo de teatro universitario dirigido por Mirko estábamos haciendo «Mientraiga», de Roberto Payró, y se le ocurrió hacerlo en un conventillo auténtico. Encontré esta casa que llevaba cinco años abandonada y ahí apareció lo que llamamos un sainete concert, porque compartíamos el espacio con una de las tantas peñas que funcionaban en esa época". Miguel Bebán se sumó en 1975 y fue el responsable del cambio de nombre de la sala. El actor llegó a Rosario para hacer "Las manos de Eurídice", cuyos derechos le cedió Ansaldi. Como retribución, Bebán se hizo cargo de todo lo concerniente a la dinámica de la actividad. Ansaldi recordó el paso del actor como un elemento transformador: "Le puso una inyección de mística teatral y de rigurosidad estricta al grupo. Nos sirvió a todos porque nos marcó a fuego sobre el funcionamiento del teatro, desde la boletería y la promoción, hasta la misma puesta". Sin embargo, después de dos años, el grupo se desvinculó de Bebán: "Terminó mal -reconoció Ansaldi- porque era una persona rigurosa y vivíamos bajo un régimen casi de temor permanente". Como resultado de esa sociedad quedaron una puesta de cuentos de Anton Chejov, "El señor Vodka-Cola", y el nombre de Caras y Caretas que reemplazó al original La Palangana. Otra incorporación fue el director Carlos Serrano. "El venía de Buenos Aires y no quería participar del trabajo de un grupo que a su juicio no era profesional -contó Ansaldi-. Con él aprendí mucho en cuanto a la plástica dentro de las puestas". El paso de Serrano dejó como saldo las obras "El abanico", de Carlo Goldoni, "Melenita de oro", "Perdónanos el miedo" y "Varieté blue". "Piripincho", el personaje insignia de Ansaldi, también surgió en ese momento. Serrano estaba dirigiendo "Pepona Popina" y le pidió una intervención con el ahora clásico personaje de los dientes gigantes y el pelo duro, el cual gradualmente comenzó a tener vida propia. El hecho finalmente fue motivo de una demanda entablada por Serrano sobre los derechos de creación del personaje, el cual tuvo un fallo favorable al actor. En los últimos años la sala tuvo transformaciones físicas y abrió el juego a otros espectáculos. El reemplazo de las butacas por sillas y mesas le da mayor dinámica. Como todo trabajo independiente, las dudas sobre la continuidad también son parte de la actividad: "En diciembre del año pasado el caos del país me hizo dudar si seguía o no, pero acá estamos, ensayando una obra nueva, y hoy no me arrepiento de nada", confesó el actor conforme con los resultados de los últimos treinta años.
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