Cuatro delincuentes asaltaron antenoche un taller mecánico en el barrio 7 de Septiembre, en la zona noroeste de Rosario, con el dato preciso de que su dueño había vendido un coche la semana pasada. Pero como el dinero de esa operación no estaba allí, la banda optó por apoderarse de una computadora, costosas herramientas, compresores de aire y hasta un equipo de música. El golpe duró aproximadamente 40 minutos y terminó cuando los maleantes cargaron el botín, al que se le agregaron unos 300 pesos que tenían las víctimas y el automóvil de un cliente.
El coche, un Renault 19 azul, apareció varias horas después en Zuviría y Barra, en barrio Ludueña. Estaba intacto y con toda la documentación de su dueño, pero no había ninguna pista sobre los autores del atraco y menos de los artículos robados.
El miércoles, poco después de las 21, la calle Sánchez de Loria al 1600 bis se había convertido en un pequeño lodazal producto de la lluvia que cayó prácticamente durante todo el día. Allí, a unos cincuenta metros al sur de la avenida Jorge Newbery, Flavio Díaz abrió en septiembre un taller mecánico. Hasta ese día, nunca tuvo problemas con la delincuencia a pesar de que en la zona se registran altos índices de robos.
Además de Díaz, en el lugar estaban su cuñado Sebastián Sottile y un cliente, el taxista Pablo Villarín. Los tres estaban concentrados en la reparación de un Renault 12 propiedad del chofer cuando en forma imprevista apareció un joven que intentaba taparse la cara con una gorra con visera. El desconocido entró esgrimiendo un revólver y detrás de él irrumpieron otros tres hombres.
En diálogo con La Capital, Sottile remarcó: "Los cuatro estaban armados. Nos hicieron tirar al piso, y a mí y al dueño nos pegaron un par de culatazos en la cabeza. Después nos ataron con precintos de plásticos y nos taparon la boca con cinta adhesiva". Se trataba de personas veinteañeras, de entre 1,65 y 1,80 metro de altura y de tez trigueña.
Lo que primero hicieron fue interrogar a Díaz. "Dame la plata del Uno", ordenaron. El que parecía el líder del cuarteto aludía al coche que el mecánico había vendido la semana pasada, lo cual hace suponer que el golpe fue producto de una "batida".
Ante la respuesta negativa de la víctima, retrucaron: "Bueno, dame los carburadores del Uno". Entonces comenzaron a juntar los objetos de valor del taller. Boca abajo contra el piso, las víctimas sólo pudieron escuchar cómo los delincuentes comenzaban a mover objetos para sacarlos del local.
Sin dejar pistas
Una computadora completa, un equipo de música Pionner para tres CDs, una hidrolavadora, una máquina de soldar, un compresor de aire de 24 litros, un cargador de batería chico, dos cuenta vueltas, las billeteras de Díaz y Sottile y un teléfono celular. Ese fue el botín elegido. Al principio, los maleantes prefirieron cargar todo en una Trafic, cuyas llaves al parecer no estaban en el local. Esto enfureció a uno de los delincuentes, quien golpeó otra vez a Sottile.
Decididos a no perder tiempo tomaron las llaves de un Renault 19 de un cliente que estaba estacionado en la puerta del taller para una revisión y cargaron los objetos. "No sé cómo hicieron para meter tantas cosas en ese auto. Se tomaron todo el tiempo. Lo único que puedo decir es que desde el piso escuchábamos cómo movían las cosas hasta la calle", señaló Sottile, quien junto a su cuñado y el taxista debió esperar algunos minutos hasta zafar de las ataduras.
El asalto es investigado por la subcomisaría 21ª, donde dijeron que no había pistas firmes sobre los autores. En la mañana de ayer, el Comando Radioeléctrico encontró el Renault 19, patente UGA 281, estacionado en jurisdicción de la seccional 12ª.
La Ciudad
