Año CXXXVI
 Nº 49.828
Rosario,
miércoles  30 de
abril de 2003
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Se hundió la tierra y un jardín de zona oeste se volvió un inmenso cráter
Fue en Felipe Moré y Tucumán. Vecinos asustados

Dios está en todas partes, pero ayer atendió en Felipe Moré 415. Pocos minutos después de las 14.30, la tierra se hundió, y en un segundo, un jardín con plantas y flores desapareció y se convirtió en un pozo de cuatro metros de diámetro y más de cinco de profundidad. Pudo ser una tragedia, pero la suerte estuvo del lado de los vecinos. Segundos antes de que se abriera un gigantesco cráter, Benito Saucedo había caminado por el sector que luego desapareció.
"Es un milagro que no hubiera muerto nadie", afirmaron ayer los vecinos de Felipe Moré y Tucumán.
A primera hora de la tarde de ayer, Arminda Hruza se encontraba en su domicilio de Felipe Moré 415 planchando. "Escuché un golpe seco y se sacudió el suelo", explicó la mujer de 36 años. Inmediatamente salió a la calle y se encontró con que el jardín de plantas y flores cultivado en su vereda ya no existía. Ahora el paisaje era otro. Un gran agujero estaba en ese lugar. Un árbol flaco y endeble había quedado con sus raíces a la vista.
El cráter tiene dimensiones casi increíbles: unos cuatro metros de diámetro y unos cinco metros de profundidad -al menos es lo que se ve a simple vista-. Pero no se descarta que pueda ser aún más hondo.
El pozo dejó al desnudo un gran caño de desagüe de más de dos metros de diámetro que escupe agua en forma permanente.
"No se puede creer. Todavía no me parece posible que haya pasado esto", dijo Walter Ramírez, un vecino de Felipe Moré 425, que en ese momento se encontraba en la puerta de su casa conversando con su amigo Benito Saucedo.
Horas después de ocurrido el hundimiento, todavía no lograban entender cómo pudo haber sucedido. Segundos antes de que se abriera la tierra, Saucedo había caminado por el lugar. El hombre había estado tratando de llenar con unos cascotes un gran pozo que hay en el pavimento. Cuando lo vio a Ramírez en la puerta de la casa se acercó a conversar y cruzó por la vereda que un instante después desaparecería.
El temor de los vecinos se acrecentó con el correr de las horas porque "la tierra sigue estando floja", sobre todo el tramo que se acerca a las viviendas.
Hruza decidió mandar a sus cinco hijos a dormir a la casa de familiares. "Tengo miedo que se desmorone la casa", apuntó la mujer.



Temor. El pozo está justo enfrente de una casa.
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