Miguel Pisano / La Capital
Fue el penal más largo del mundo. Más todavía que aquel recordado cuento de Osvaldo Soriano, en el que Deportivo Belgrano y Estrella Polar definieron el título de la liga justamente con un disparo desde los 12 pasos, que demoró exactamente una semana en ejecutarse por la monumental gresca que se derramó como el agua de los tallarines, en la vieja cancha del Alto Valle del Río Negro. Ayer nomás el delantero de Atlanta Lucas Ferreiro se paró delante de la pelota 24 días después de la suspensión del partido por incidentes cuando apenas faltaban seis minutos y finalmente batió al arquero de Cambaceres César González, seguidos de muy cerca por Alejandro Toia, el mismo árbitro que dirigía hace casi un mes, en la pintoresca cancha de tablones rugosos de Argentino de Quilmes. "Entonces sí. Herminio Silva pensó en su empleo y alargó el partido hasta que Padín entró en el área y ni bien se le acercó un defensor pitó. Ahí nomás dio un pitazo estridente, aparatoso y sancionó el penal. En ese tiempo el lugar de ejecución no estaba señalado con una mancha blanca y había que contar 12 pasos de hombre. Herminio Silva no alcanzó siquiera a recoger la pelota porque el lateral derecho de Estrella Polar, el Colo Rivero, lo durmió de un cachetazo en la nariz. Hubo tanta pelea que se hizo de noche y no hubo manera de despejar la cancha ni de despertar a Herminio Silva. El comisario, con la linterna encendida, suspendió el partido y ordenó disparar al aire. Esa noche el comando militar dictó estado de emergencia, o algo así, y mandó a enganchar un tren para expulsar del pueblo a toda persona que no tuviera apariencia de vivir allí", recordaba el Gordo Soriano. El Loco Ferreiro se paró ayer frente a la pelota con la tranquilidad de los carasucias y pateó un penal más largo y meditado que el ballottage del 18 de mayo. Enfrente lo hizo César González, el golero de Camba, como diría un relator de antaño. "Según el tribunal de la liga, que se reunió el martes, faltaban jugarse 20 segundos a partir de la ejecución del tiro penal y ese match aparte entre Constante Gauna, el shoteador, y el Gato Díaz al arco, tendría lugar el domingo siguiente, en el mismo estadio a puertas cerradas. De manera que el penal duró una semana y fue, si nadie me informa lo contrario, el más largo de toda la historia", cuenta Soriano, con su incomparable prosa de potrero. Con esta victoria con un penal en cámara lenta, Atlanta dejó ayer el furgón del interminable tren de la tabla de los promedios, al que devolvió justamente a Argentino, algunos de cuyos hinchas se enteraron por una radio partidaria de los bohemios, cuyo relator gritaba como el primer hincha. "Se fueron, Gordo. Un boludo erró un penal y descendieron", lo demolió un compañero por teléfono, con la contundencia de un diagnóstico. Si todavía parece ayer cuando Soriano, aquel notable periodista, escritor e hincha de San Lorenzo confeso, narraba su más triste domingo del exilio en París, durante la peor dictadura que supimos conseguir, cuando un colega de un diario porteño le confirmó por teléfono que se habían ido a la B. Y ayer, en la otoñal tarde de Quilmes, el Loco Ferreiro convirtió finalmente el penal con el que soñó durante tres semanas y media a diferencia de Constante Gauna, de Deportivo Belgrano, al que el Gato Díaz le atajó el suyo, para abrazar también la efímera gloria futbolera, aquel lejano domingo que definieron el título con el penal más largo del mundo. Hasta ayer nomás.
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