El futuro presidente de la Argentina para el período 2003-2007 se decidirá el 18 de mayo en segunda vuelta entre dos candidatos de origen peronista. La fórmula Carlos Menem-Juan Carlos Romero se impuso a la segunda más votada, integrada por Néstor Kirchner-Daniel Scioli. Con este resultado, por primera vez en la historia institucional del país se aplicará el ballottage.
Escrutadas casi el total de las mesas, Menem se imponía con el 24,17 %, seguido por Kirchner con el 22,05 %, Ricardo López Murphy con el 16,40 %. En el cuarto lugar Elisa Carrió alcanzaba el 14,20 %, superando apenas a Rodríguez Saá, quien quedaba en quinto lugar con el 14,12 %.
El principal distrito electoral, la provincia de Buenos Aires, resultó vital para que el mandatario santacruceño arribara al ballottage. Las caras sonrientes de los referentes duhaldistas a medida que se confirmaba la tendencia reflejaron indisimulables gestos de triunfo, pues descuentan la victoria de su delfín en el decisivo último round del 18 de mayo.
El empujón final de López Murphy no alcanzó para colarse entre los dos peronistas más votados, pero sí para desplazar del tercer lugar a Carrió.
Lilita, sin embargo, realizó una excelente elección en Rosario, donde la fórmula del ARI resultó la más votada, y se ubicó muy bien en toda la provincia, peleando de igual a igual con Menem.
Igualmente buena fue la performance que realizó en la ciudad y en la provincia el partido fundado por López Murphy, aglutinando detrás de sí a los votantes históricos del Partido Demócrata Progresista (PDP), aliados en Recrear, y los votos antiperonistas que no fueron hacia Carrió o Kirchner.
Precisamente, Kirchner realizó una floja elección en territorio santafesino, donde, pese a sus esfuerzos, nunca logró hacer pie y marchaba en cuarto lugar.
Lo mismo sucedió en la provincia de Córdoba. El candidato oficialista se ubicó detrás de Menem, López Murphy, Rodríguez Saá y Carrió.
Estos guarismos ratifican la importancia que tuvo para el futuro de Kirchner el respaldo de los barones del conurbano, a quienes no los unió el amor por el santacruceño sino al espanto que les provoca un eventual triunfo de Menem y con ello la desaparición de su jefe natural, el presidente Eduardo Duhalde. Ahora esa interna, como querían ellos, se resolverá en el ballottage.
El radicalismo recibió un golpe mortal. En estado gaseoso luego de la debacle de la Alianza, Leopoldo Moreau no esquivó el desafió y fue el receptor de todos los cachetazos que la mayor parte de la sociedad le tenía preparado de antemano. El escaso 2,33 % de votos puso a esta fuerza en la peor elección de su historia.
Como se preveía, los candidatos de centroizquierda o de izquierda, encarnados por socialistas, Partido Obrero e Izquierda Unida, entre otros, hicieron una pobrísima elección.
Lo más curioso se dio en Rosario. La fórmula del Partido Socialista (PS) conformada por Alfredo Bravo-Rubén Giustiniani, y que contó con la bendición del intendente Hermes Binner, no llegó ni al 3 % de los votos.
A contramano
Los sectores que impulsaron la abstención o el voto bronca quedaron a contramano de la historia. Actores principales luego de la eclosión social y económica de diciembre del 2001, en las elecciones de ayer fueron meras figuras de reparto de una jornada caracterizada por el alto índice de participación electoral y la escasa incidencia de los sufragios en blanco o impugnados.
Sólo un grupo de piqueteros que responden a Raúl Castells marchó hacia el Obelisco y otros sectores se aglutinaron en la fábrica Brukman. Pero sus consignas sonaron como un petardo en tierra húmeda.
A pesar de los malos augurios y con antecedentes que lo ameritaban (caso Catamarca), las elecciones transcurrieron en un clima de tranquilidad, aunque hubo algunos episodios aislados de rechazo hacia algunos candidatos.
Scioli y López Murphy tuvieron que soportar insultos por parte de integrantes del Movimiento Quebracho. También el ex presidente Fernando de la Rúa sufrió una dura agresión verbal cuando fue a emitir su voto.
Tampoco se desató el escenario más temido: la posibilidad de fraude, un tópico que dominó gran parte del último tramo de la campaña. El comando de Rodríguez Saá insinuó con hacer algún tipo de impugnación, pero sólo terminó presentando una denuncia que se centró en los medios porteños por haber roto la veda política al anunciar resultados de boca de urna apenas concluyeron los comicios. Una situación similar se vivió en el búnker de López Murphy, donde luego aceptaron los resultados.
Voces y geografía del voto
Menem se imponía por amplia mayoría en su provincia natal, La Rioja, en Tucumán, Salta, Catamarca, Chaco, Córdoba, La Pampa, Misiones, Corrientes y Entre Ríos.
Kirchner triunfaba con comodidad en todas las provincias patagónicas (Santa Cruz, Chubut, Río Negro) así como en Formosa, Jujuy y en la neurálgica Buenos Aires.
López Murphy hizo una excelente elección en la Capital Federal, en Córdoba capital y otros centros urbanos, al igual que Carrió.
Rodríguez Saá tuvo su mejor performance en Cuyo, donde arrasó en San Luis, su provincia, en Mendoza y en San Juan.
Menem, al no llegar al mínimo del 40 por ciento de los votos y diez puntos de diferencia con el segundo, tendrá que ir a la segunda vuelta con Kirchner, mientras que los demás candidatos ya quedaron fuera de la carrera presidencial y tendrán que definir si apoyan a uno de los dos contendientes realizando alianzas o si dejan a sus electores en libertad de acción.
Carrió adelantó que no votará a Menem, y Kirchner convocó a que lo voten "peronistas, radicales, socialistas e independientes".
Menem, en cambio, se mostró totalmente convencido de volver a ser presidente de la Argentina. "La segunda vuelta va a ser un trámite", se agrandó.
López Murphy, el fenómeno de estas elecciones por su vertiginoso crecimiento en los últimos días la campaña, salió a hablar poco después de las 23 para anunciar la decisión de fortalecer su movimiento como "alternativa al justicialismo", y consideró que los votos que obtuvo indican un "resultado absolutamente excepcional".
Los primeros resultados confirmaron, en general, la neta fragmentación de las preferencias electorales según la ubicación geográfica de los electores, ratificándose la fuerte preponderancia de Menem desde Córdoba hacia al norte del país, las preferencias por Kirchner en toda la Patagonia, por Rodríguez Saá en Cuyo y por López Murphy y Carrió en los grandes centros urbanos.
Menem demostró, sin embargo, mantener la preferencia del electorado justicialista, aunque Kirchner exhibió una mejor performance de lo que anticipaban las encuestas, sobre todo recostado en la provincia de Buenos Aires.
En este nuevo capítulo electoral, desarrollado en momentos en que la clase política atraviesa un fuerte descrédito, se rompió la tradicional dicotomía entre peronismo y radicalismo, y la gente pareció votar a conciencia, más que inclinarse por sus históricas preferencias partidarias.