Orlando Verna / La Capital
La ruptura de la rutina de producción diaria en los medios de comunicación ayuda a comprender sus identidades, esa que se construye por fuera de las máximas del periodismo para periodistas. Así, más allá de las imágenes en cadena que ofrecieron al zapping cuando hablaba un candidato, por ejemplo, los canales de televisión mostraron virtudes y defectos particulares, pero por sobre todo la forma en que entienden su función en un sistema democrático. Todos sufrieron de incontinencia y disfrazaron los números de los boca de urna propio y ajenos con el término "tendencia". La prohibición, no de hacer estos sondeos electorales, sino de su difusión hasta las 21, los obligó minutos antes de las 18 a maquillar su hambre de instantaneidad con neologismos de necesidad y urgencia. Aunque todo había comenzado temprano con Canal 7, que desde las 7 puso a Víctor Hugo Morales al servicio de los comicios. Los canales de noticias del cable acompañaron con hartantes repeticiones de sufragantes famosos y problemas en mesas de Recoleta, che. América hizo la idem. Puso desde el mediodía, como miles de argentinos, toda la carne en el asador: Llamas de Madariaga, Majul, Tenembaum, Zlotogwiazda, Mónica Gutiérrez y Lanata. Con un reloj adelantado América aventajó a las otras emisoras en la mención de los primeros sondeos. Crónica proponía su placa roja con una foto de Menem y la inscripción "primero", increíblemente García Belsunce seguía defendiendo lo indefendible por P+E y TN, CVN y CNN se sumaban con una casi irritante exposición de porcentajes que, aclaraban, no eran datos oficiales ni exactos ni definitivos (ni periodísticos). Canal 9 no perdió un segundo, y mientras Mauro Viale, Eduardo Feinmann y Mercedes Martí rezaban sobre "la espera del escrutinio definitivo" un cartel aseveraba "Ganó Menem". En casa las cosas estaban claras desde hace unos días. Canal 3 se colgaría de la transmisión de Canal 13 y Canal 5 de la de Telefé. Canal 6 de Cablevisión, por su parte, era el único canal local de cable que cubriría la elección presidencial. Multicanal y Cablehogar, aduciendo el carácter nacional de los comicios, los dejaron pasar sin color local. Por supuesto que la riqueza editorial de Canal 13 y TN brilló en la pantalla del 3. El tándem Novaresio-Feldman no produjo las chispas de la previa, bien acompañado por un Orselli en su salsa y un Roulier blanco de las chanzas por algún que otro invento lingüístico. En el 5, Flavia Padín nunca consiguió pronunciar "Ki-r-chner" y manejó con solvencia un momento difícil. Debió ofrecer sola los datos más importantes a esa hora pues Telefé se bajó de la programación electoral a las 18.45, para retomarla luego de un filme pasatista con un programa especial conducido por Cristina Pérez a las 20.30. A esa hora la dupla Bulsicco-Fontana ya estaba en el aire con números oficiales de la ciudad y la provincia. En el 6, el dúo Cabrera-Arrizabalaga pisó seguro sobre una prolija producción de placas, esclarecedora de tantos datos en danza, aquellos que desinforman sin querer. Contactos directos con San Lorenzo, Paraná, Santa Fe, Resistencia, Posadas y otras ciudades del interior le otorgaron a la transmisión un cariz regional inédito en la televisión de Rosario. En un mar de resultados provisorios y declaraciones intencionadas la saludable tormenta democrática fue bajando de intensidad con la llegada de la medianoche. La inevitabilidad del ballottage dejó los ánimos políticos arremolinados y la esperanza de que finalmente la televisión haga valer su centralidad social imponiendo a los candidatos la necesidad de un debate de ideas. Para que se acaben los monólogos de campaña y la pantalla sirva a la opinión pública en su bandeja de rayos catódicos la posibilidad concreta de discutir la Argentina que viene. Que así sea.
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