| | Entre el debut, la picardía y anécdotas chistosas
| * Doble debut. "Entrá al cuartito, que tenés que ser presidenta", le dijo el oficial del Ejército a cargo del comicio en la Escuela Técnica Nº7 a Florencia Rivero, una estudiante de Comunicación Social de 19 años, que llegó primera a votar, a las 8.45, en la mesa número 1.434. "Vine temprano y no había nadie, así que me dijeron que tenía que ser presidenta de mesa. Yo les dije que no, ellos me dijeron que sí, yo que no, ellos que sí, y aquí estoy", confió Florencia a La Capital, con sus enormes ojos color miel. Y así fue que recibió un curso acelerado de presidenta de mesa. Pero Florencia no salía de su asombro entrada la mañana, ya que ella iba preparada para un solo estreno: era la primera vez que votaba. De debutante electoral a presidenta de mesa, sin escalas. * ¿Dónde están las llaves? Paciencia es de lo que se tuvieron que armar las votantes que fueron a la escuela Juana Elena Blanco, ubicada en Pasco al 400. Es que para sorpresa de las autoridades electores había salones que debían destinarse a la votación que aparecieron cerrados con llave. Después de intentar encontrar a los responsables de la escuela, la cuestión se resolvió compartiendo cuarto oscuro. * Un voto xeneize. "¿No sé si este vale?", preguntó socarronamente una mujer y mostró orgullosa su DNI con una tapa que ostentaba el escudo de Boca Juniors. Algunas fiscales le sonrieron y otras fruncieron el ceño. Pero al final no era esa la mesa donde debía votar, por lo cual el chiste volvió a repetirse unos metros más allá, en otro pasillo del Politécnico. * Hacerse el día. La cuestión era no desaprovechar una oportunidad; por eso no fue extraño encontrar vendedores ambulantes en las cercanías de los centros de votación. Por la mañana o a la hora del mate ofrecían pastelitos, churros o bolas de fraile. Y cerca del mediodía, sandwiches y gaseosas. La veda era para el alcohol o proselitismo. Y los carteles sólo ofrecían algo para acompañar la elección. * No le meten el perro. La joven rubia, de ojos verdes y piloto cremita, ató a Macu, un hermoso bulldog marrón clarito, en la puerta de la Técnica 7, y entró a votar lo más campante, sin dejar de asomarse a espiarlo a cada rato, mientras hacía la cola en la mesa 1.434. "Lo único que falta es que me roben el perro", se dio ánimo. "Lo único que falta es que votes a López Murphy", la interpeló un cronista que nunca falta. "Me gustan los perros, pero a López Murphy no lo voto ni loca", remató la blonda, mientras se reía como una piba.
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