Jackie Chan es un espectáculo en sí mismo y siempre hace algo que resulta digno de ser filmado. Después de treinta años consecutivos en el cine, de protagonizar medio centenar de películas y de convertirse en la estrella cinematográfica más popular del mundo entero, el hombre está de vuelta de todo. No en vano tiene ya 46 años, varios millones y una tranquilidad, evidente en entrevistas y documentales, que le permite atravesar sin tropiezos la crisis que vive la industria cinematográfica de Hong Kong desde la devolución a China en 1997. La muerte de Bruce Lee lanzó a los productores a la búsqueda de su sucesor y Jackie Chan fue el artista marcial señalado y estimulado a convertirse en el sucesor de Bruce Lee. Con prudencia, Chan decidió que no se podía reemplazar lo que nació único y por lo tanto en 1978 inició una serie de filmes que serían la clave del éxito: historias simples, con un protagonista que era una especie de clown acrobático. Pasó el tiempo y Jackie Chan hoy está convencido de que no tiene sucesor.
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