El sereno de una fábrica de plásticos de la zona sur fue brutalmente asesinado a golpes y balazos en un presunto intento de robo perpetrado por al menos dos desconocidos que habrían ingresado al predio tras romper un tejido perimetral y atacaron al cuidador cuando los sorprendió sustrayendo herramientas. El cuerpo inerte, cubierto de sangre y con dos perforaciones de bala, fue hallado en la lluviosa mañana de ayer por un compañero de trabajo que había ido a reemplazarlo. Luis Alberto Santucho, de 41 años, era empleado desde hacía dos años y medio en la fábrica de plásticos ubicada en Imperiale 2212 (Ovidio Lagos al 6800), la cual carece de razón social. Se desempeñaba como sereno de 22 a 6, horario que cumplía día por medio ya que intercalaba sus tareas con otro compañero. El crimen fue descubierto por ese empleado, quien llegó a las 6 de la mañana para relevar a Santucho de su puesto y lo encontró tirado en el ingreso a uno de los galpones, baleado y con dos profundos cortes en la cabeza. El empleado dio aviso a la subcomisaría 22ª, que envió personal al lugar junto a efectivos de la Brigada de Homicidios y Criminalística. De acuerdo a lo que pudieron determinar los investigadores, Santucho habría sido atacado entre las 3 y las 4 de la madrugada en un intento de robo que finalmente no fue consumado por los atacantes, ya que se encontraron esparcidas en el terreno algunas herramientas y una bolsa con cables. De una primera inspección del lugar realizada por el dueño, no se detectó que faltara nada de valor. Los detectives creen que la víctima fue sorprendida cuando recorría las instalaciones: dos galpones distantes unos 20 metros entre sí y dos habitaciones ubicadas en el fondo del predio. De acuerdo con el responsable de la firma, Santucho acostumbraba caminar toda la noche por los alrededores de la construcción. Santucho presentaba dos cortes pronunciados en el cráneo efectuados con un elemento pesado y con filo, como podría ser una barreta, y dos impactos de bala: uno a nivel de la pelvis y otro en el abdomen con un arma de bajo calibre, informaron fuentes policiales. "Podría ser un calibre 22", arriesgó un investigador, aunque ese dato sería confirmado por la autopsia. En principio la policía detectó que el sitio donde quedó tendido el cuerpo no fue el lugar del ataque porque a 20 metros de allí, junto al otro galpón, se hallaron manchas de sangre. El tejido perimetral había sido roto y también fueron forzados algunos compartimentos de ese galpón, como los casilleros metálicos de un vestuario. "El sereno ha escuchado ruidos, fue a ver qué pasaba y fue sorprendido con dos golpes certeros en la cabeza. A pesar de tamaña agresion no cayó ahí sino que caminó hacia el otro galpón para llamar por teléfono", señaló el jefe de Homicidios, José Luis Juárez. Al llegar allí Santucho cayó desvanecido. En el lugar donde fue asesinado quedaron huellas de pisadas "como si hubiera habido una pelea". Los ladrones, en tanto, huyeron sin llevarse nada y dejaron esparcidos en el lugar cables y pulsianas, llaves pico de loro y otras herramientas que se usan para ajustar las máquinas inyectoras de plástico del lugar. El esclarecimiento del hecho se veía obstaculizado por la ausencia de testigos, ya que las otras fábricas se encuentran a unos cien metros del lugar y los escasos vecinos que viven en los alrededores afirmaron a la policía no haber escuchado disparos en la tormentosa madrugada del sábado. La fábrica se dedica a la producción de moldes para calefones eléctricos, pisos y paredes de freezers, mesas y sillas plásticas. Emplea a 4 obreros (dos por la mañana y dos por la tarde), además de los serenos que se turnaban para trabajar noche por medio. Santucho era soltero y vivía con una hermana en el barrio Tío Rolo.
| El trabajador fue asesinado mientras recorría el predio. (Foto: Sergio Toriggino) | | Ampliar Foto | | |
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