En la semana que termina el dólar cotiza en 2,91, la tasa de interés pasiva evoluciona a la baja y el índice Merval recortó importantes ganancias en los últimos dos días. La posibilidad de que las propuestas más racionales pasen a una segunda vuelta entusiasmaron a los mercados, pero sobre el final de la semana la toma de ganancias se impuso nuevamente.
El gobierno logró sostener al dólar gracias a una autorización del FMI que le permitió emitir más pesos para que la paridad actual se ubique en torno de 3 pesos.
La presión vendedora es muy fuerte, y no son precisamente los exportadores los que liquidan divisas, sino fundamentalmente los bancos que ante la necesidad de liquidez han salido a desarmar posiciones en dólares y se colocaron en pesos a tasa de interés en letras del BCRA. Esta megaemisión de pesos que ha realizado el gobierno en los últimos 12 meses en algún momento tendrá sus consecuencias. Al cabo del último año la base monetaria aumento en 17.000 millones de pesos y esto tarde o temprano terminará en una suba de precios generalizada.
La suba de las acciones fue importante. La posibilidad de un cambio de gobierno alienta que se desregule el mercado cambiario y aumenten las tarifas de servicios públicos. En ese escenario las empresas privatizadas con tarifas retrasadas y sin poder pagar sus deudas al exterior recuperan su atractivo, y es por ello que tanto Telecom, Telefónica y muchas otras mostraron subas promedio superiores al 20% en la semana que termina.
La baja de la tasa de interés pasiva para depósitos a plazo fijo no tiene su razón de ser en una mayor confianza del mercado, sino en las medidas adoptadas por el BCRA, que bajó irresponsablemente los encajes bancarios y creó mayor liquidez. El resultado fue una sustancial caída de tasas y un sistema financiero más vulnerable ante una eventual salida de fondos.
Desde aquí hasta el 25 de mayo próximo no habría que observar cambios sustanciales en los mercados. En la medida que se vaya delineando un ganador en los comicios de este domingo o eventualmente en la segunda vuelta, los mercados irán reacomodando sus posiciones. Por ahora daría la sensación de que apuestan a una política económica más razonable que la actual, pero los desafíos del próximo gobierno son muy importantes como para dar lugar a realizar inversiones altamente conservadoras ante un escenario de alta incertidumbre para los próximos 30 días.
Qué encontrará el próximo gobierno
El nuevo presidente encontrará una economía con una alta presión impositiva pero que no permitirá en el corto plazo reducir impuestos, un gasto público que es bajo en términos de dólares pero imposible de reducir si se quiere lograr un superávit primario de 4,5% del PBI (hoy se ubica en el 2% del PBI y es insuficiente para un endeudamiento del 150% del PBI).
En materia cambiaria y financiera tendrá escasas reservas que apenas alcanzan a los 10.400 millones de dólares y pasivos en letras emitidas por el BCRA que se ubican en torno de los 1.800 millones.
Un mercado cambiario altamente regulado y un sistema financiero descapitalizado, poco solvente y con bajo nivel de liquidez. Por otro lado, el gobierno ha emitido en los últimos meses una enorme cantidad de dinero que supera holgadamente los dólares comprados por esa emisión en el mercado, con lo cual la alta cantidad de circulante que hoy sólo atenta contra la economía formal, mañana puede ser un disparador para la suba de los precios y traducirse esto en una mayor inflación.
La nueva administración tendrá que firmar rápidamente un acuerdo con el FMI para refinanciar las deudas que vencen a partir de agosto, ajustar las tarifas públicas, comprometerse a un superávit fiscal no menor al 4,5% del PBI y refinanciar la deuda con el sector privado que alcanza a los 100.000 millones de dólares.
Son muchas tareas para la nueva administración pero que de superarse sin problemas cambiaran los precios relativos, ya que es inconcebible que si estas medidas se llevan adelante no se produzca por ejemplo una suba de salarios para atemperar la suba de precios que será inevitable luego del aumento de tarifas públicas.
Por otra parte, la desregulación del mercado cambiario llevará al dólar a otro punto de equilibrio, que se espera sea un nivel mucho más alto que el actual en términos nominales, pero mucho más bajo medido en términos reales (valor nominal versus inflación). Por ende es mejor estar comprado en mercadería o insumos y no en la moneda verde. Pero, para aquellos que no pueden adquirir bienes de cambio lo mejor sigue siendo la divisa norteamericana.
A pesar de todos estos interrogantes hay lugar para el optimismo. Quien asuma el 25 no traerá tras de sí un shock de confianza si previamente no ajusta los precios relativos de la economía y luego no trabaja en instrumentar un paquete de leyes claras que traigan un escenario de mayor seguridad jurídica y fiscal que sienten las bases para el regreso de las inversiones a nuestro país, que seguramente comenzarán a regresar, con suerte, después del primer año de gobierno. Claramente a partir del 25 de mayo atravesamos un nuevo nivel, superamos una prueba más y cambia nuevamente la forma de hacer negocios en Argentina.