Año CXXXVI
 Nº 49.824
Rosario,
sábado  26 de
abril de 2003
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A un día. Entrevista
El presidente de Konrad Adenauer cree que "hay un desinterés brutal por el futuro"

Mauricio Maronna / La Capital

"Pocas veces he visto una campaña electoral tan fría, un desinterés tan brutal por lo que va a pasar, por el futuro", describe el presidente de la prestigiosa fundación alemana Konrad Adenauer, Hans Blomeier. A pocas horas de un compromiso trascendente de la sociedad con el futuro inmediato, la mirada de quien tuvo sobre sus espaldas la responsabilidad de llevar adelante infinidad de seminarios, congresos y hasta la edición de un libro sobre reforma política, cobra valor.
"Hoy el mundo ni siquiera tiene una mirada sobre Argentina. Después de los sucesos de diciembre del 2001 lo único que catapultó al país en los diarios extranjeros fueron los casos de desnutrición infantil en Tucumán", grafica Blomeier, para quien el acto electoral de mañana tiene una importancia estratégica si es que el país quiere reinsertarse en el mundo.
-¿Qué es lo que más lo sorprendió de toda esta campaña previa a la elección?
-Lo que más me llama la atención es el contraste entre los episodios de un año atrás, con gente en las calle, protestas, bancos rodeados de personas enfurecidas (no me refiero a los hechos encabezados por movimientos piqueteros), una verdadera preocupación cívico política, y una campaña en la que parecía que en verdad no habría elecciones. Pocas veces he visto una campaña tan fría, un desinterés tan brutal por lo que va a pasar. Y eso en un escenario donde había cinco candidatos con escasos márgenes entre sí para alzarse con el triunfo, algo que normalmente debería ser el escenario predilecto para los comandos electorales.
-¿Le resulta inédito?
-Me imagino un escenario como este en cualquier país europeo... Allí la búsqueda de votos sería casa por casa. Semanas atrás estuve con amigos extranjeros en Buenos Aires y me preguntaban "¿dónde hay campaña?". Fue muy extraña la actividad proselitista que se desarrolló.
-¿A qué atribuye este fenómeno? ¿A la apatía de la sociedad o al poco interés de algunos candidatos por mostrarse en público? Muchos dirigentes no pueden caminar tranquilos...
-Es de los dos lados. La gente no se interesó, pero los comandos electorales no fueron en busca de la sociedad. Puede ser por las leyes que regulan la campaña, la incapacidad comunicacional, la falta de oferta, el temor al "que se vayan todos". Todos prefirieron jugar en segunda fila en la mayor parte de la campaña.
-La Fundación Adenauer trabajó intensamente en todo lo que es reforma política y diálogo roto entre representantes y representados. Parecía que diciembre del 2001 significaba una bisagra. Pero las caras y las metodologías para estas elecciones son las mismas.
-Lo ejemplifico en dos casos. Publicamos un trabajo sobre un congreso que se realizó en mayo del 2002, lo presentamos en el Parlamento, y otro foro que realizamos con la organización Conciencia. Uno lee las conclusiones y dice: "Qué extraordinarias estas ideas, qué bien elaboradas". Pero cuando se pregunta, cuáles de esas medidas se implementaron llega a una triste conclusión: ninguna. Se perdió tiempo muy valioso porque la agenda estuvo copada por la negociación con el FMI, por el denominado veranito, entre otros ítems.
-¿Cómo toma un observador neutral este fenómeno de la despolarización, donde tres candidatos justicialistas y tres postulantes de cuño radical forman parte de la grilla?
-La Unión Cívica Radical aparece institucionalmente con un único candidato y el peronismo se da el curioso lujo de no aparecer con un postulante que represente el símbolo y el nombre de Partido Justicialista. Que un movimiento desista como tal de participar en una elección es curiosísimo. No sé si eso se recompondrá, pero tiene un costo. No participar como partido en comicios tan trascendentes traerá pérdidas, indudablemente. En el radicalismo, el fraccionamiento es un hecho: Elisa Carrió y Ricardo López Murphy no solamente se fueron del partido sino que formaron sus propias agrupaciones. ¿Quién se queda con el justicialismo después de las elecciones? Es la pregunta del millón, pero tengo la impresión de que no haber realizado internas tendrá un costo alto para el peronismo. Existen allí posiciones ideológicas muy antagónicas, muy encontradas... Para alguien que llega desde el exterior es muy difícil entender qué proyectos tan diversos puedan subsistir dentro de una misma marca.
-¿Cómo tomaría el mundo un proceso poscomicial atravesado por denuncias de fraude y judicialización de los resultados?
-Hoy el mundo ni siquiera tiene una mirada sobre la Argentina. Después de los sucesos de diciembre del 2001 lo único que catapultó al país en los diarios extranjeros fueron los casos de desnutrición infantil en Tucumán. Después el país desapareció de los medios, no interesa la cobertura mediática de la habitualidad. El perfil de caos fue sustituido por el perfil de hambre. De una imagen con alta presencia negativa se pasa a una baja presencia, hasta llegar a la no presencia. Desde allí se puede construir una baja presencia positiva y, con mucha perseverancia, mejorar. Ahora el país está en un punto de inflexión que le puede ayudar a reconstruir el terreno perdido. Si después de los comicios del domingo la Argentina empieza a construir algo positivo podrá recomponer imagen, pero si cae en el fraude electoral o el escándalo, se destruye el bajo perfil. Sería terrible agregar caos electoral en un país al que el mundo mira con recelo por no pagar sus deudas, donde existen disturbios y no hay seguridad.


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