| | cartas Causas de la desocupación
| Si como dijera el señor Carlos Forni, en su carta del 15/4, la causa de la desocupación fuese la "avalancha de tecnología", el mundo estaría detenido. Sin embargo, nosotros estamos fuera del mundo y el mundo sigue andando. La globalización y la economía de mercado introducida a ultranza y sin anestesia es lo que nos llevó al grado de desocupación que padecemos. Los que nos vendieron el libreto de que este nuevo sistema económico nos brindaría un bienestar sin precedentes se olvidaron de avisarnos que ese bienestar hay que pagarlo y nos endeudaron de tal manera que ni siquiera podemos pagarlo. Se olvidaron de avisarnos que si se traía mercadería del exterior subsidiada (o por la aduana paralela), a un costo imposible de igualar (por altos impuestos, por la moneda sobrevaluada, por el contrabando) no íbamos a poder tener industria nacional que resistiera. Se olvidaron de avisarnos que si nosotros manteníamos el 1 a 1 cuando Brasil devaluaba (a más del doble) no le íbamos a poder vender los derivados de la leche para lo cual nuestra industria lechera se había preparado. Como ese caso, podríamos enumerar infinidad de exportaciones abortadas por un uno a uno que no lo permitía. Se olvidaron de darles las herramientas que necesitaban las pymes para reinsertarse en un mundo altamente competitivo y con un marketing incomprensible en los primeros tiempos. No se les dio tiempo para tener formación empresarial. Se los operó sin anestesia. Se hizo en poco tiempo lo que podía hacerse en años dificultando la adaptación. Se trató a los argentinos con leyes darwinianas (los que no son los mejores mueren) donde todo aquel que no reuniera las condiciones del nuevo sistema quedaba afuera, out, sin establecer mecanismos humanos de contención y reinserción (genocidio social). Se flexibilizaron los controles de los capitales extranjeros, incentivando la entrada y salida de capitales golondrinas que nos perjudicaron enormemente, sacando del país "virtuales" ganancias producto de nuestro esfuerzo. Se privatizaron empresas y nos hicieron creer que lo hacían con bonos de deuda externa que nos libraban de ella y en realidad libró a los que compraron con los bonos y a nosotros nos quedó la deuda. El ferrocarril se compró para cerrarlo. Las reglas de juego de la debacle las instauró Menem con todos los infames traidores a la patria que lo secundaron (economistas, gobernadores, encuestadores, formadores de opinión). Nos hicieron creer que entrábamos en el Primer Mundo con un decorado superior al de Disney (computadoras, tecnología, celulares, shopping, etcétera), pero cuando salimos del tren fantasma nos esperaba el abismo. Que no nos vendan más ideología perniciosa para el país ni tengamos mercenarios que las compren. No nos encandilemos con un puente y una fábrica que podemos enumerar frente a miles de fábricas muertas (genocidio industrial). Todavía tenemos en nuestras manos el realizar el cambio. Stella Maris Coniglio
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