Carcarañá. - "Carcarañá tiene un distrito rural chico y la relación habitante-hectárea es menor a una por persona. Por eso la reactivación nos está llegando en cuentagotas", consideró el intendente Jorge Tonero al trazar un panorama sobre la situación de la ciudad, diez años después del cierre del frigorífico Carcarañá. Esta industria fue históricamente la fuente de ingreso de esta ciudad de 16 mil habitantes de los cuales 1.300 llegaron a trabajar allí. Hoy la reactivación agraria es incipiente pero aún no se refleja en el mercado interno. Sin embargo, el municipio tiene esperanzas en el parque industrial y en el resurgimiento de los frigoríficos.
En tren de describir la situación, Tonero comparó Carcarañá, cuyo distrito tiene menos de una hectárea por persona, con Las Rosas "que tiene siete hectáreas por habitante". La situación se evidencia en los recursos. "Si bien es un sector que ha tomado impulso, no tributa mucho".
Luego de la crisis de 2001, Carcarañá recuperó unos 130 puestos, sólo un 10% de lo que se perdió. "La industria frigorífica comenzó a resurgir pero, si bien las producciones superan las de hace diez años, hoy se hace con la mitad de mano de obra", aseguró Tonero. Como ejemplo, apuntó la incipiente actividad del Frigorífico Carcarañá que actualmente emplea a unas cuarenta personas.
Por otro lado, las expectativas apuntan al parque industrial. Hay dos empresas funcionando y una tercera en construcción. Se trata de una compañía de servicios de la Cooperativa Independencia. La actividad principal será la de depósito y distribución de combustibles y tareas vinculadas con el rubro.
Diez años de crisis
Tonero contó que con la caída del principal frigorífico, el 4 de abril de 1993 comenzó a destruirse la industria que hacía vivir al comercio de la ciudad. Y un par de años más tarde dejaron de operar Somaschini y La Cabaña. Después vinieron algunos períodos de actividad del Friar (en las instalaciones del viejo frigorífico Carcarañá) "pero no significaron empleos estables, ni tampoco se tomaron muchos".
Tonero indicó que las industrias vinculadas con esa actividad también fueron arrastradas por la crisis y mencionó una importante planta de maquinaria frigorífica.
"Como si fuera poco -añadió- cuando se abrió la importación de artículos, en especial de Brasil, cayó la industria maderera. En Carcarañá teníamos quince fábricas de muebles que desaparecieron o debieron achicarse. Entre las que se fueron estaba Comacar, que tenía 80 obreros". La relación comercial con Brasil también trajo problemas a otra actividad importante como la de acoplados y afecto a las carroceras, en especial a las térmicas, donde se habían desarrollado ocho empresas familiares que ocupaban a 150 personas.
Todos los problemas
"Arribamos a la crisis de diciembre de 2001 con una situación pésima -agregó- tratando de sobrellevarla lo mejor posible, aunque eso significó una merma en la calidad de los servicios públicos y el desfinanciamiento municipal. Además vivimos la presión del sector social que hay que atender sí o sí, no solamente en la alimentación también en la salud".
A modo de síntesis precisó que "la Municipalidad es la boca de entrada de todos los problemas, no solo locales sino también los provinciales. Además hay que agregar los reclamos que vienen de otros sectores como el educativo. Todo eso termina repercutiendo en la gestión municipal".