Humanidades y Artes fue la única facultad de la Universidad Nacional de Rosario que ayer estuvo tomada y suspendió sus actividades en repudio a la fuerte represión desatada el día anterior en la fábrica Brukman de Buenos Aires. La medida se decidió antenoche en la reunión del consejo directivo que intentaba reelegir al decano Darío Maiorana, después de que unas 150 personas -buena parte de ellas ajenas a la facultad- irrumpieran en la sesión generando un clima que muchos asistentes no dudaron en calificar como violento y cargado de tensión. La discusión sobre si debía suspenderse la elección y tomar inmediatamente la facultad o votar primero para movilizarse después fue el detonante de los enfrentamientos, que incluyeron hasta una trompada de un estudiante a una consejera docente. Aseguran que hoy la facultad retomará su actividad aunque la elección de autoridades recién será el viernes. En Humanidades ya había largado la sesión del consejo directivo que descontaba volver a designar decano a Maiorana. Cuando se había votado presidente, un nutrido grupo de militantes que venía de una asamblea en el ex supermercado Tigre ingresó al recinto con el planteo de suspender el acto y expresar públicamente el repudio a la represión desatada en Buenos Aires por el desalojo de la fábrica Brukman, que incluso había tenido como escenario a la Facultad de Psicología de la UBA. Allí empezaron los tira y afloje para decidir si se adoptaba esa posición o se culminaba expeditivamente el acto eleccionario. Sin embargo, los argumentos se oyeron menos que los gritos y poco a poco las discusiones fueron subiendo de tono hasta que se decidió pasar a cuarto intermedio la sesión del consejo. A tal punto llegó el calor del debate, que la consejera docente Marcela López Machado terminó con una trompada en la boca después de discutir con tres estudiantes. No es la primera vez que la vida política de Humanidades apela a la violencia como forma de dirimir diferencias: hace tres semanas, en el marco de las elecciones estudiantiles, también hubo piñas -y, dicen, hasta cadenazos- entre dos agrupaciones de izquierda, de las que salió herido un militante. Pero en ninguno de los casos se radicaron denuncias. Resultado: la elección no se concretó y el único consenso fue cerrar la facultad, que en rigor amaneció ayer tomada. Temprano, la calle Entre Ríos al 700 se mantuvo cortada por carteles que pregonaban la medida y el repudio a la violencia policial por la jornada previa en Buenos Aires. Docentes y alumnos desprevenidos se fueron enterando de la toma a medida que llegaban a una facultad vacía de actividad académica y administrativa, donde sólo se congregaron grupos de militantes de izquierda. A las 19, las agrupaciones se sumaron a una marcha y acto de repudio por el desalojo y la represión en Brukman (ver página 19). Fuera de allí, el sector político allegado a Maiorana definía cuándo seguirá la votación, siempre antes del fin de semana, y prefirieron guardar silencio sobre lo que se vivió en la reunión de antenoche hasta que se concrete la elección. Después, prometen, harán pública una declaración "contundente" que puede incluir la formulación de "cargos" contra algunos miembros de la comunidad universitaria. Hasta tanto, y según afirmó el propio decano, la actividad en la facultad retomará hoy su ritmo normal.
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