Año CXXXVI
 Nº 49.819
Rosario,
lunes  21 de
abril de 2003
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A 6 días. Las advertencias sobre fraude siguen siendo moneda corriente
Entre denuncias y festejos anticipados
Una derrota de Kirchner ante Menem, Saá o López Murphy sería una especie de Waterloo para el duhaldismo

Omar Bravo / La Capital

Por un lado, Carlos Menem asegura que ya ganó, que el domingo próximo solamente será un trámite de confirmación burocrático estadístico. Hasta se anima a decir que "será con fraude o sin fraude".
Por otra parte, Adolfo Rodríguez Saá y Elisa Carrió dan por seguro que ese día una trampa los sacará de carrera. En las últimas horas se sumó a las denuncias Ricardo López Murphy.
Y al mismo tiempo, el segundo del puntano, el rosarino Melchor Posse, da precisiones: "Habrá fraude informático".
¿Qué domingo nos espera el domingo 27? El peor si uno se atiene a los pronósticos de Carrió: "El fraude será cruzado entre los tres candidatos peronistas... y será violento". Más tranquilo si se consagra alguno de los escenarios más citados por los encuestadores (Menem versus Kirchner o Menem versus Rodríguez Saá, aunque el encuestador Giacobbe postula Menem versus López Murphy, con ventaja final para el ex ministro aliancista). El presidente Eduardo Duhalde y sus seguidores sólo ven la primera opción como la única posible y en los escasos días que quedan tirarán las últimas municiones electorales que les quedan (con el ministro de Economía Roberto Lavagna y tal vez otro nombre fuerte) para respaldar a Kirchner en la segunda vuelta.
Si en cambio se diera cualquiera de las otras opciones entonces pintará para el gobierno nacional y para el duhaldismo un domingo negro, negrísimo, una especie de Trafalgar y Waterloo, pero todo el mismo día. Se abrirá entonces hasta el 25 de mayo el lapso de los reproches sobre si fue un acierto o un error de Duhalde adelantar las elecciones al mes de abril, si debió presentarse él como candidato o si eligió el postulante adecuado para defender sus colores.
Una victoria de Menem correrá por otra parte un telón definitivo para una buena porción de dirigentes y corrientes políticas dentro y fuera del peronismo. Menem es el presidenciable que tiene "más" que ganar y menos que perder. De ganar en segunda vuelta, además de volver a sentarse en el sillón presidencial apenas cuatro años después de haberse ido, el riojano agregará el plus de ver cómo marchan al ostracismo no sólo declarados enemigos políticos suyos como el matrimonio Duhalde, Kirchner, Carrió, López Murphy y los socialistas, sino también sectores sociales importantes como la gran prensa porteña o el espacio cultural progresista, productor a destajo de letra antimenemista.
Pero si Menem pierde ante Kirchner o ante quien sea en el ballottage (incluida la opción batacazo de Giacobbe), Menem asumirá su derrota en soledad. Se irá a vivir a Chile o a Anillaco y sus seguidores no tardarán en abandonarlo y realinearse en otras opciones. Algunos, como Daniel Scioli, ya lo adivinaron en retirada el año pasado y por eso iniciaron un lento despegue de su figura. Si el ex motonauta acertó o no se verá el domingo. Pero no dejan de ser todas estas circunstancias que rodean a dirigentes políticos avezados, experimentados.
Vale también un repaso del estado en el que se encuentra la sociedad que va a votar el domingo. Sólo para muestra obsérvese el caso del electorado de la Capital Federal, el mismo que una vez supo darles triunfos a Alfonsín en el `83, a Menem en el `89 (presidencial) y en el `93 (vía Erman González), luego a Chacho Alvarez y tres veces a De la Rúa. A fin del 2001 fue el distrito madre de los cacerolazos, del "que se vayan todos", de las asambleas barriales y de la intención de voto altísima para Luis Zamora.
Ahora, si los encuestadores aciertan (otros grandes candidatos al "que se vayan todos") el domingo los porteños le entregarán en bandeja un triunfo a López Murphy, cuyo candidato a ministro de economía, Manuel Solanet, fue funcionario de la última dictadura militar para la que recaudaba fondos.


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