Hay pocos días aciagos como este domingo de Pascua. Y, si no, habría que preguntarles a los numerosos hinchas de Central y Newell's que ayer hasta se habían ilusionado con mojarles la oreja a los ricos, famosos y punteros de River y Boca, en una jornada definitivamente negra por el espiral de locura y violencia que sesgó dos jóvenes vidas con la infantil excusa de defender una camiseta, cuando dos grupos de las barras bravas de River y Newell's se pelearon por la mañana en el peaje de Zárate, en la autopista Rosario-Buenos Aires. Parece mentira, pero es la triste realidad de un país subdesarrollado y dependiente por donde se lo mire. Hace apenas 50 días dos grupos de las barras bravas de Central y River habían protagonizado un choque idéntico al de ayer, en el mismo peaje de la Panamericana, a la altura de Lima. Sin embargo ninguna autoridad del fútbol argentino ni de los distintos organismos de seguridad tomó debida nota del antecedente, cuando en realidad la lógica siniestra de las peleas entre las barras bravas hablaba de un altísimo porcentaje de posibilidades de que grupos de hinchas de ambos equipos chocaran en la misma ruta. Además, como si el antecedente inmediato no bastara, dos grupos de ambas barras se habían peleado antes del partido entre River y Newell's del Apertura, a mediados del año pasado, cuando los millonarios habrían emboscado a los rojinegros, por lo que existían algunas cuentas pendientes. Dentro de la cancha tanto River como Boca mostraron una abrumadora superioridad sobre Central y Newell's, que les bastó para ratificar su condición de únicos punteros del Clausura, que cada día parece más un torneo hecho a la medida de los equipos grandes de Buenos Aires. Desde el punto de vista del promedio la única buena para Central fueron las derrotas de Olimpo con Lanús y de Huracán con Independiente, así como el empate de Unión con Colón, que le permitieron seguir fuera de la zona de promoción a pesar de las victorias de Banfield, Chicago y Talleres. Por último, la victoria de Gimnasia sobre Estudiantes en el clásico platense se cobró la cabeza del técnico pincha Oscar Malbernat. Con todo, el pandemonio de locura, violencia y muerte que hasta el cierre de esta edición se había cobrado dos vidas obliga a preguntarse, una vez más, sobre el sinsentido del fútbol cuando obliga a escribir las más tristes y desgarradoras crónicas policiales. Paren el fútbol, me quiero bajar.
| Uno de los hinchas muertos tirado en el pavimento. | | Ampliar Foto | | |
|
|