Año CXXXVI
 Nº 49.817
Rosario,
sábado  19 de
abril de 2003
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El artista se presenta esta noche en el Anfiteatro Humberto De Nito
Skay: "En mis shows apareció un público que había dejado a los Redondos"
El guitarrista dijo que está muy satisfecho con el recambio que se produjo con la gente que lo sigue en los recitales

Carolina Taffoni / La Capital

Skay Beilinson presentará su primer disco como solista, "A través del mar de los Sargazos", hoy, a las 21.30, en el Anfiteatro Humberto De Nito. Una parte de la leyenda de los Redonditos de Ricota llegará a Rosario con una banda integrada por Claudio Quartero (bajo), Daniel Colombres (batería), Javier Lecumberry (teclados) y Oscar Reyna (guitarra).
En su gira Skay versiona clásicos de los Redondos como "Humano, roto y mal parado", "Caña seca y un membrillo", "El infierno está encantador esta noche", "Criminal mambo", "Nuestro amo juega al esclavo" y "La bestia pop". Para el show de esta noche prometió más temas del grupo platense y estrenará una nueva canción, "Lluvia sobre Bagdad", inspirada en la guerra en Irak. En charla con La Capital el guitarrista aseguró que en sus recitales recuperó a un público que había abandonado a los Redondos y dijo que la gente está "más madura y cansada de los quilombos".
-Muchas críticas te señalaron como "el dueño del sonido de los Redondos", ¿estás de acuerdo?
-En parte sí. Si escuchás los Redondos lo primero que salta es la voz del Indio, las guitarras mías y el tipo de armonías que usamos. En eso al menos la mitad me corresponde a mí.
-¿Cómo fue la relación con tu voz durante la gira?
-Yo soy medio fiaca para hacer ejercicios vocales (risas). En Mar del Plata arrancamos con tres shows, pero cuando terminó la semana me quedé completamente afónico. Por ahora puedo cantar bien dos shows, después tengo que descansar.
-Ahora parecés más abierto con la prensa, ¿por qué te seguís resistiendo a la televisión?
-Para mí el rock y la televisión no conjugan bien. Hay algo del drama del rock que en la televisión se pierde, porque se reduce a un espectáculo televisivo, y el rock está proponiendo otro tipo de interacción. La noche, el encuentro, eso tiene otra significación muy distinta. Lo mismo pasa con el tango y el folclore, se degradan absolutamente en la televisión. Aparte a mí no me gusta pararme delante de una cámara, me siento incómodo.
-Ser demasiado tímido, ¿es una desventaja para un músico de rock?
-Cuando me subo a un escenario se me acabó la timidez. Ese es un espacio casi mágico donde uno deja su propia piel, deja de ser uno para convertirse en el vehículo de la música. Ahí no tenés que pensar en las cuestiones de personalidad, de miedos y dudas.
-Los fans de los Redondos quieren reunirse en la Plaza de Mayo para pedir que vuelva el grupo, ¿cómo te sentís frente a esos reclamos?
-Cuando me lo contaron me pareció muy cómico y gracioso. Yo creo que los tiempos cambian y hay que darse cuenta en qué situación está cada uno. Ellos tienen todo el derecho de pedir, y posiblemente en otro momento volvamos a reflotar otro capítulo de los Redondos. Ahora eso no está pasando.
-¿Lo interpretás como una piedra en tu camino como solista?
-No. Lo mío no es una carrera solista, sigo siendo el músico que fui siempre con otra formación. Los Redondos hemos cambiado de formación miles de veces, y unas cuantas veces tampoco estuvo el Indio y yo seguí haciendo música.
-Cuando empezaste con los recitales había una especie de miedo a que se produjeran hechos de violencia. ¿Por qué eso nunca sucedió en tus shows y se repitió tantas veces en los recitales de los Redonditos?
-Yo quiero creer que la gente está más madura, que está cansada de los quilombos. La diferencia también está en la cantidad de gente que se mueve. En los recitales de los Redondos, donde van 50 mil personas, hay gente que de la música le interesa muy poco y van a robar o a hacer desmanes. En este caso somos pocos y gracias a Dios todos vienen a pasarla bien.
-Tus recitales parecen rescatar la mística ricotera de los años ochenta, ¿ese era un objetivo?
-Eso se dio solo. Creo que en mis shows apareció un público que había dejado a los Redondos, que le escapaba a esos recitales multitudinarios. El hecho de los lugares chicos, de poder estar más juntos, moviliza a otro tipo de gente. Hubo un recambio en el público que para mí fue muy satisfactorio.
-¿A quién vas a votar en las próximas elecciones?
-No sé, es más, no sé si voy a ir a votar, porque en las últimas elecciones no fui.
-¿Por qué?
-Porque no creo que la respuesta venga por uno u otro candidato. Pienso que todo depende de una voluntad colectiva, que todos sepamos hacia dónde queremos ir. Pero sigue estando todo absolutamente atomizado, y tendenciosamente llevado para uno u otro extremo. Los peronista y antiperonistas, los menemistas y antimenemistas, eso no conduce a nada.
-¿Alguna vez militaste?
-No en el sentido que suele hablarse de la militancia. Siempre fui un militante de la libertad, pero no partidista. En los años 60 y 70 estábamos comprometidos con otra manera de mirar el mundo, de establecer relaciones, de promover una economía comunitaria.
-¿Qué pasó con esa militancia?
-Hay ciertas cosas que siguen en pie, casi como inevitables. Seguimos siendo una producción independiente, seguimos estableciendo los vínculos desde lo humano, no desde lo comercial, y seguimos priorizando el trabajo en equipo.
-¿Los jóvenes de hoy rescataron esos ideales?
-Han quedado algunas cosas incorporadas. Ya no se cree en los valores del sistema que nos inculcaron cuando nosotros éramos jóvenes, como la sagrada familia, la autoridad y la escuela, y ese tipo de cosas. Eso es positivo por un lado y medio siniestro por otro, porque empieza a haber como una especie de vacío de ideales, de lugar a dónde ir.



"En el escenario se me acaba la timidez", aseguró.
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