| | Trabajadores de Brukman resisten un nuevo desalojo
| Legisladores, representantes de organismos de derechos humanos y trabajadores de la fábrica Brukman firmaron anoche un acta que reclama al juez Jorge Rimoldi la suspensión del desalojo que dispuso ayer en la madrugada y el repliegue de la policía que se encontraba en la planta. Cerca de tres mil personas se concentraron anoche frente a la empresa ubicada en el porteño barrio de Balvanera para reclamar la reapertura de la fábrica desalojada, por tercera vez. La firma era autogestionada por sus 57 trabajadores, quienes en la madrugada fueron desalojados por la policía, que clausuró el lugar y soldó las puertas, en cumplimiento de una orden del juez en lo criminal Jorge Rimoldi. "Sabíamos que la Justicia vendría a hacer un control sobre la maquinaria, pero no esperábamos que nos desalojaran", dijo una de las trabajadoras de la fábrica. Por momentos la situación fue tensa entre los manifestantes y los dos centenares de policías de la Guardia de Infantería que permanecían de custodia. Entre el 19 y 20 de diciembre de 2001, unos 60 de los 115 trabajadores de la fábrica Confecciones Brukman se hizo cargo de la producción, luego que sus dueños se presentaron en convocatoria de acreedores. Los trabajadores pidieron, en ese momento, al gobierno porteño la estatización de la fábrica con control obrero luego de meses de no percibir sus salarios ni los adicionales por vacaciones y aguinaldos. En marzo de 2002, después de comenzar a producir las primeras prendas textiles, los trabajadores fueron desalojados por la policía, medida que fue repudiada por los vecinos del lugar, que iniciaron una movilización en apoyo junto a dirigentes gremiales y movimientos políticos. Meses después retornaron a la fábrica y continuaron con la producción y a fines de noviembre de 2002 fueron nuevamente desalojados. Este año volvieron a la planta, para seguir con su trabajo y reiteraron al gobierno porteño el pedido de la "expropiación" de la fábrica. Brukman, fundador de la firma, dijo que "lo único que anhelamos es ingresar a la fábrica y ponermos a trabajar". El empresario recordó que "cuando vino el corralito nos atrasamos en un pago y 30 trabajadores no dejaron entrar más a los dueños". (Télam y DyN)
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