| | Pidiendo el voto Bravo apunta a recrear la ciudadanía
| Alfredo Bravo (*)
Junto a Rubén Giustiniani (su compañero de fórmula) estoy terminando de recorrer el país en el marco de una campaña que, sin duda, es la que menos expectativa ha generado entre los votantes en toda la historia electoral argentina. Ocurre que la población, harta de que se la defraude, protege sus devaluadas esperanzas y se abstiene de brindar entusiastas apoyos a los candidatos. A pesar de ello, el socialismo viene realizando con éxito su campaña en la doble condición de ser, a la vez, un partido centenario y el más joven de los partidos orgánicos que intervendrán en la contienda del 27 de abril. En efecto, aunque nacimos en 1896, somos el partido más joven porque nos refundamos en 2002 tras un proceso que derivó en la fusión de los ex partidos Socialista Democrático y Socialista Popular (las dos vertientes más caudalosas del socialismo argentino) y que aún aguarda la incorporación de otros flujos socialistas presentes en la política nacional. Esta doble condición, centenaria y juvenil, nos dio cierta ventaja en una campaña proselitista en la que algunos de los candidatos mejor posicionados en las encuestas debieron levantar actos y suspender visitas por temor al repudio popular. En efecto, a pesar de la evidente ruptura entre sociedad civil y dirigencia política, la gente nos recibió con simpatía en cada lugar que visitamos. Por un lado, nos expresaba su reconocimiento por la histórica honestidad socialista y por ser los promotores de la justicia social en el país, dos cuestiones que, en rigor, son mérito de nuestros predecesores y maestros. Por otro lado, nos demandaba que termináramos de consolidar un PS fuerte y capaz de imponer las reformas que la sociedad considera como sus reivindicaciones impostergables tras décadas de padecimientos y humillaciones. Pero no sólo hubo reconocimientos y demandas por parte de la gente, también hubo compromisos con nosotros. Así lo demostraron quienes se incorporaron a nuestros centros socialistas en aquellos pueblos y ciudades donde existían o quienes los crearon en donde no los había. Ahora, al entrar en el tramo final de la campaña -cuando la mayoría de los electores decide su voto-, si alguien me preguntase por qué debe votar socialismo, yo le respondería que lo debe hacer porque queremos que en Argentina vuelva a haber ciudadanos; es decir personas que ejerzan el derecho a tener trabajo y salario digno, casa y comida, educación y salud, cultura y recreación, seguridad y justicia. La ciudadanía se encuentra desaparecida en el país y los socialistas nos proponemos recrearla. Para ello estamos dispuestos a aplicar una serie de medidas que redundarán en una transferencia de la riqueza desde los sectores que más tienen hacia los más castigados durante las últimas décadas. Alcanzar ese propósito no será fácil pues contará con la cerrada oposición de quienes se enriquecieron a medida que el país se empobrecía. Por eso, en estas elecciones necesitamos el apoyo de los millones de argentinos que saben que estas propuestas salidas de bocas socialistas no son meras promesas electorales sino que expresan la razón de ser de este viejo y nuevo Partido Socialista del que somos parte. (*) Candidato a presidente por el Partido Socialista.
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