| | cartas Un tirano menos
| ¿Qué pensarán los que criticaron la intervención anglosajona en Irak si vieron en la televisión las escenas de júbilo de los iraquíes en Basora, Bagdad y sobre todo en el Kurdistán por la caída del siniestro régimen de Saddam Hussein y, además, si leyeron las descripciones de los corresponsales de diarios porteños en Irak referentes a los horrores de dicho régimen? Claro que ya enseñó Cristo que no hay peor ciego que el que no quiere ver y es difícil que los humanos admitamos nuestros errores. Rápidamente, a un costo relativamente bajo en vidas y bienes, inevitable en toda guerra, y muy inferior a lo que costó el conflicto Irak-Irán iniciado por Saddam Hussein que duró 8 años y a las masacres de los kurdos y chiítas por el carnicero de Bagdad, la humanidad se ha desembarazado de un émulo de Nerón. Esta contienda enseña que si las Naciones Unidas no se aggiornan terminará como la Sociedad de las Naciones por inoperantes. ¡Oh ironía!, ambas entidades fueron creadas por los Estados Unidos luego de las dos guerras mundiales pero sus estructuras al no ser realistas y funcionales las condenaron al fracaso. Una conclusión obvia de este conflicto y otros eventos es que el dogma de la no intervención que en los hechos ha funcionado como un factor de inmunidad para muchos dictadores está cediendo ante el principio de las intervenciones humanitarias. Tales como los casos de Bosnia y Kosovo en que, bajo el paraguas de la Otán, Estados Unidos protegió a los musulmanes bosnios y albanokosovares de las atrocidades serbias aplicando el principio de que el fuerte tiene el derecho y la obligación moral de proteger a los débiles. Antes en Afganistán y ahora en Irak, Estados Unidos y Gran Bretaña han actuado movidos sin duda por sus intereses geopolíticos pero ello no obsta que como beneficio colateral, grande por cierto, se haya liberado a los afganos y al pueblo iraquí de un cruel tirano y a la región de un factor desestabilizador de la paz. Se abren mejores perspectivas para solucionar el conflicto árabe-israelí. La dinámica de los hechos requiere y posibilita una reformulación del derecho internacional y la posibilidad de establecer una policía mundial eficaz que liquide los regímenes que violen gravemente los derechos humanos. DNI 6.033.754
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