| | Editorial Europa frente a la clonación
| La clonación humana se ha convertido en los últimos años en uno de los temas de mayor expectativa y no sólo en el ámbito científico, sino fundamentalmente en el político, religioso y jurídico. Y es que ha desatado un profundo debate ético y moral sobre el origen y fines de esta práctica. Debate que naturalmente no está agotado ni mucho menos y del cual es imposible sustraerse, ya que atañe precisamente al ser humano y su perspectiva. Ahora el Parlamento Europeo acaba de manifestarse por prohibir la clonación de embriones, incluso si no es con fines reproductivos -objetivos investigativos-, con lo cual se impediría que se obtengan células madre con esta técnica. Se trata de un pronunciamiento que merece ser seguido con atención por cuanto en Europa y en la mayoría de los países del planeta no existe una legislación común sobre producción y uso de células madre de origen embrionario. Esta situación permitía que se siguiera experimentando en siete naciones del viejo continente, sin mayores dificultades. Ahora, los ministerios de salud respectivos deberán responder si aceptan o rechazan la posición expresada por el Parlamento. Y si bien la cuestión jurídica aún no está plasmada, comienza a divisarse una tendencia. Por otra parte, no se puede soslayar que las diferencias entre ciencia, ética y legislación tienen su larga historia y en múltiples disciplinas. Generalmente, luego de que el científico llega a una meta y se vislumbran sus alcances, aparecen los reparos éticos y, mucho tiempo después, el aspecto jurídico. Por caso, vale el ejemplo de la energía atómica, que demandó años para que se legislara. Si para Europa se trata de un tema sin resolución, aunque está decidida a lograrla antes de que las consecuencias sean irreparables, para la Argentina la cuestión está demasiado distante por el momento. Sólo existen un decreto, aplicado por el Ejecutivo en 1997, que prohíbe en el país experimentos de clonación, y un proyecto presentado en febrero de este año por el diputado Angel Baltuzzi en el cual se reclama el apoyo del Estado para "la investigación responsable y algún límite al desarrollo de estudios que puedan derivar en resultados desastrosos o atentatorios a la dignidad humana". Precisamente, el mayor temor es que, justificando investigaciones en fines terapéuticos, se terminen desatando aberraciones de las que sea difícil retornar. Para que ello no suceda, el Parlamento Europeo, con criterio, ha precisado que la creación de células reproductivas, cuando implique la destrucción del embrión del que proceden, resulta ilegal "tanto científica como éticamente", y sugiere alternativas como el procesamiento de células reproductivas adultas o procedentes del cordón umbilical. Una decisión esperada y que puede interpretarse como un avance ante la precariedad jurídica existente.
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