Carina Bazzoni / La Capital
"Que los cumplas feliz". Las guirnaldas y los globos, presentes ayer en la mayoría de los 150 stands del Mercado Retro La Huella, no dejaban pasar desapercibida la fecha. Lo mismo hacía la alegría de los puesteros que celebraban su primer año en la feria que cambió la fisonomía del barrio de Pichincha. Por la tarde llegaron los festejos oficiales: la inauguración del teatro El Firulete, la colocación de la placa homenaje a Victoria Colosio en Ovidio Lagos y Aristóbulo del Valle, y la actuación de la Tradicional Jazz Band. Durante toda la jornada, miles de rosarinos dijeron presente en el paseo y compartieron junto al intendente Hermes Binner, otros miembros del Ejecutivo municipal y el mentor de la feria, Dante Taparelli, dos enormes tortas, un brindis, el baile y la apuesta a cumplir "muchos años más". Con sus particularidades, las historias de los puesteros son más o menos parecidas. Un familiar que estaba sin trabajo, alguien que oyó la convocatoria municipal para integrar la feria, otro que comenzó a hurgar en el patrimonio familiar y a rescatar los objetos dignos de exhibirse. Y así nació La Huella, un espacio que en 150 stands reúne todo tipo de antigüedades, desde objetos de decoración y enseres domésticos hasta ropa, accesorios, revistas, fotos y herramientas. Después, sus puesteros debieron aprender el oficio. "Al principio no sabíamos ni qué precio poner a las cosas", recuerdan algunos. Pero no tardaron en conquistar las claves del negocio: estar presentes todos los domingos -aun con mal clima-, conocer el público y, sobre todo, "mantener el humor", apuntan. Lo que pocos podían imaginar es el impacto que la feria tendría en el barrio. "Largamos en un momento económico difícil. Las primeras semanas no había ni un bar. Mirá lo que es Pichincha ahora", cuentan con orgullo. Y no exageran: por las inmediaciones del mercado no sólo comenzaron a surgir nuevos bares y quioscos, sino también más de una decena de locales de antigüedades y reparación de muebles, muchos de ellos gestados en forma cooperativa entre los mismos integrantes de la feria. Pero los miembros del mercado retro no se conforman con estos laureles, sino que van por más: ayer inauguraron el teatro El Firulete, un escenario reconstruido sobre una antigua fuente del ferrocarril para todo tipo de espectáculos a la gorra. Además, pusieron en marcha un antiguo carruaje que, de ahora en más, acompañará con sus recorridos las calles de La Huella. Y en Ovidio Lagos y Aristóbulo del Valle, se inauguró una placa que recuerda a la bailarina de tango Victoria Colosio, elegida en representación de una generación de artistas y creadores de la ciudad. El primer aniversario de La Huella no sólo atrajo al público que ya se considera abonado a este paseo. Desde el mediodía, miles de rosarinos llegaron hasta la feria. De esta forma, como en todo cumpleaños que se precie de tal, soplaron las velitas de la torta. Y, para completar la jornada, se sumaron a un bailongo que se extendió hasta que agotaron las ganas de festejar.
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