La fragmentación provocada por la crisis que estalló en 2001 no es patrimonio exclusivo de los partidos. Al compás del reacomodamiento económico y condicionada en gran medida por los realineamientos políticos, las entidades gremiales empresarias están en plena efervescencia. Mientras un grupo de bancos de capital nacional privado recreó la vieja estructura de Adeba, en la Unión Industrial Argentina (UIA) habrá más de una lista por primera vez en diez años.
Lejos de aquella férrea cohesión que en los albores del menemismo supo expresar el grupo de los Ocho, y ruptura del modelo mediante, la crisis de representatividad llegó también a los hombres de negocios.
La sucesión en la Unión Industrial Argentina (UIA) es un ejemplo de esta dispersión. La rebelión de importantes cámaras industriales se llevó puesto al acuerdo de alternancia que en la última década repartió la presidencia de la entidad entre los tradicionales Movimiento Industrial Argentino (MIA) y Movimiento de Industriales Nacionales (MIN). Las líneas internas entraron en crisis por la división transversal que provocaron los alineamientos en torno de las candidaturas de Alberto Alvarez Gaiani y Guillermo Gotelli.
Los dos representan a pesos pesados de la industria. Alvarez Gaiani es titular de la poderosa Coordinadora de Productos Alimenticios (Copal), que agrupa a las principales firmas del sector agroalimentario. Gotelli, ex dueño de Alpargatas, es la cabeza de un grupo impulsado por Techint, hoy por hoy el primer holding de capitales nacionales. Al primero, la oposición lo tilda de menemista, al segundo lo identifican con el duhaldismo.
Hacia el interior de las cámaras que participan de la UIA, los pases están a la orden del día. Un ejemplo es el de la industria automotriz, ya que mientras la mayoría de la conducción de Adefa, con Cristiano Rattazzi (Fiat) como figura visible, fichó para Alvarez Gaiani; Luis Ureta Sáenz Peña (Peugeot) está en la lista de Gotelli. Estas divisiones son comunes hoy por hoy en todas las entidades sectoriales y, en rigor, ya se habían anticipado cuando el año pasado se creó la Asociación de Empresas Argentinas (AEA), con la mira puesta en un seguro de cambio para las firmas endeudadas en dólares.
Según fuentes de ambas trincheras, en el punteo de padrones la lista Consenso (Alvarez Gaiani), lidera la compulsa con el 60% de los votos suficientes para lograr la reelección, mientras que la lista Industrial (Gotelli) ronda el 40% de los 250 congresales que tienen derecho a elegir consejo directivo y presidente. Desde este sector plantean que hay un 15% de los congresales que camina por la cornisa y pueden llegar a darse vuelta a último momento.
En el estado actual de cosas y con la pelea política atravesando las internas empresarias, la elección en la UIA será un test para las presidenciales ya que se realizará cinco días antes.
Los condimentos de la pelea electoral en la central fabril son variados. Cuestiones personales, afinidades entre cámaras o empresas, fichajes políticos y diferencias en materia de política económica que venían madurando desde los últimos tiempos de la convertibilidad.
Indudablemente, la devaluación y la pesificación dividieron aguas en el sector y abrió el juego de opiniones sobre cuál debe ser el modelo económico a seguir en los próximos años.
Los bancos
Estas diferencias también impactaron en el ambiente gremial bancario. Un grupo de bancos privados que creció a partir de la privatización de bancos provinciales resucitó en la última semana la vieja sigla Asociación de Bancos Argentinos (Adeba), que durante la primera parte de la década del 90 nucleó a grandes bancos nacionales como el Galicia y el Río. Adeba había desaparecido cuando las entidades que lo integraban se fusionaron con la Asociación de Bancos de la República Argentina (Abra), que nucleaba a los extranjeros.
Esa fusión tuvo su razón de ser en la fuerte integración bancaria a partir de la trasnacionalización operada durante el menemismo, con la compra de entidades argentinas a manos de bancos europeos y, en menor medida, norteamericanos.
Del otro lado habían quedado los cooperativos, como el Credicoop, los oficiales como el Nación y el Bapro, y varios de los privatizados de provincia, que ahora partieron masivamente hacia Adeba.
El marco de fragmentación fue la crisis bancaria, la caída del mito de que las entidades extranjeras eran inquebrantables y la ola de fusiones y adquisiciones derivada de la propia crisis, que llevó a un primer plano a bancos antes considerados chicos como el Macro o el Comafi.
El presidente de Adeba es justamente el titular del Macro, Jorge Brito, uno de los aspirantes a quedarse con el Nuevo Banco de Santa Fe. Carlos Heller, del Credicoop, acusó a la nueva representación gremial empresaria de agruparse con la intención de avanzar sobre las privatizaciones que quedan pendientes en el sector financiero. Brito polemizó y aseguró que la creación del nuevo nucleamiento tiene que ver con que "cambió el mapa de la city".
El pasillo financiero también ubica a la división del sector bancario en el contexto de la pelea política, identificando a Adeba con Carlos Menem y a Abappra con Eduardo Duhalde. "Está claro que Menem y Duhalde pelean hasta jugando a la bolitas y no hay espacio donde no se reproduzca la disputa", señaló un viejo gremialista, pero del sector laboral bancario.
La Asociación de Bancos de la Argentina (ABA), que hoy por hoy reúne a los extranjeros y algunos nacionales como el Galicia, optó ahora por el bajo perfil. La entidad que conduce Mario Vicens batalla por estos días por la compensación a los bancos después de la pesificación asimétrica y todavía están explicando a sus accionistas extranjeros qué es lo que pasó en Argentina.
La historia de las entidades gremiales empresarias fue siempre sacudida por los vaivenes políticos, y viceversa. De los tiempos en que reinaba la CGE con José Ber Gelbard al estrellato de la UIA cuando era ministro José Alfredo Martínez de Hoz, pasaron distintos nucleamientos que se disputaron la voz del conglomerado que a grandes rasgos podría definirse como el establishment. El grupo María, los capitanes de la industria, el grupo de los Ocho, el grupo Productivo. Lo que vendrá todavía está por verse. Es probable que la fragmentación sea la onda hasta que se consolide un nuevo patrón de acumulación o un nuevo liderazgo político.
M.C.