Año CXXXVI
 Nº 49.810
Rosario,
sábado  12 de
abril de 2003
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Por la ciudad
Rosario está en una situación expectante

Adrián Gerber / La Capital

Lo peor ya pasó. Esta es la sensación generalizada que se percibe. Después de uno de los peores años de la Argentina (y de la ciudad) en las últimas décadas, el 2003 transita como un año clave para Rosario.
En los sectores públicos y privados hay coincidencia de que si el nuevo gobierno nacional que surgirá de las urnas estabiliza la situación política y económica, da certidumbre y es previsible, Rosario tendrá una gran oportunidad para despegar.
Es que la ciudad sin duda está en un lugar expectante, y hay datos objetivos que dan cuenta de ello:
uEste año se inaugura el puente Rosario-Victoria, una megaobra largamente esperada y vital para el desarrollo de la región.
uSe termina el nuevo edificio del aeropuerto, que por fin estará a la altura de las aspiraciones de esta ciudad.
uTambién comenzarán a repararse los ingresos por bulevard Oroño y avenida Pellegrini, y la avenida de Circunvalación.
uSe reanudan los trabajos de la autopista Rosario-Armstrong, que sólo está habilitada hasta Roldán.
uDe la mano de la devaluación y de la consiguiente suba de exportaciones, Rosario y su región se han visto beneficiadas por la reactivación de la industria agroalimentaria.
uHay además claros signos de resurgimiento de pequeñas y medianas empresas locales producto de la sustitución de importaciones.
uLa revitalización comercial que está viviendo el centro de Rosario también es una señal positiva.
uLa apertura de nuevos espacios verdes, y la ampliación de la oferta cultural y recreativa, pública y privada, de la ciudad es un dato a tener en cuenta. El hecho de que las tres últimas gestiones municipales (Usandizaga, Cavallero y Binner) hayan privilegiado, más allá de sus diferencias, el desarrollo armónico de la ciudad es un capital que Rosario tiene en su haber e influye en la calidad de vida de los habitantes.

Así, si se dan las condiciones favorables a nivel nacional, será clave la actitud, el papel que tome la ciudad y la región para aprovechar esta nueva oportunidad de desarrollo.
La inteligencia de la dirigencia local, tanto política como empresaria, tendrá que estar centrada en diseñar una estrategia propia de crecimiento, en definir un claro perfil productivo, porque el desarrollo económico no debe quedar sólo librado a la espontaneidad. No se puede esperar que el futuro llegue, hay que ir a buscarlo.
Si bien es cierto que Rosario, como todas las ciudades del país, depende de políticas nacionales, también es muy cierto que la ciudad y la provincia tienen sus propias herramientas para darle un impulso propio a la economía local. Hay que competir con las otras ciudades por las inversiones, hay que potenciar aquello en lo que Rosario puede ofrecer mejores condiciones de productividad y hay que incentivar a las pequeñas y medianas empresas, que son las grandes generadoras de puestos de trabajo.
De ahí que la ciudad se muestre expectante y de que se respire un clima de optimismo, si bien moderado, en los ambientes empresarios y en los sectores más dinámicos de la ciudad.
Rosario está ante un gran desafío.
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