| | Editorial Triunfo del sentido común
| No pocos padres de adolescentes en la Argentina contemporánea conocen bien la realidad y brindan a sus hijos las herramientas para enfrentarla sufriendo la menor cantidad de golpes posible. Por medio de ese vehículo invalorable que constituye el diálogo les transmiten —con claridad— las primeras nociones de educación sexual, en simultáneo con los elementos de formación moral complementarios. Y de tal modo suelen impedir que se produzcan situaciones no deseadas, cuyos traumáticos efectos resultan bien conocidos por todos. Sin embargo, esa no es la realidad que se vive en todas las familias. Por tal motivo no cabe sino elogiar la iniciativa del Ministerio de Salud santafesino, que distribuirá entre las tres mil quinientas escuelas privadas y públicas que existen en la provincia un cuadernillo con información sobre métodos anticonceptivos. Si se recuerda que una encuesta realizada por la Secretaría de Salud Pública de la Municipalidad de Rosario que abordó a 4.500 jóvenes de entre 15 y 25 años reveló que la edad promedio de su iniciación sexual está entre los 16 y los 17 no resultará difícil arribar a una conclusión positiva acerca de la medida, más allá de que pueda afectar principios de índole religiosa. Es que el peso de los hechos se impone por sí mismo, y resulta un triunfo del sentido común reconocerlo y obrar en consecuencia. Una ginecóloga que participó de una reciente campaña de anticoncepción dio otro dato clave, que contribuye a fundamentar sólidamente la resolución ministerial: la mayoría de los jóvenes obtiene información específica sobre las cuestiones atinentes al sexo por medio de consultas efectuadas a nivel horizontal, es decir conversando con sus compañeros generacionales. El peligro que conlleva dicha fuente es obvio —todos manejan datos similares— y se traduce en numerosos embarazos no buscados. Tal como lo dispone la ley, el Estado se hará cargo de la trascendente responsabilidad que implica educar a la población en tema tan crucial y complejo. Ojalá que el futuro permita contemplar una aún mayor receptividad por parte de la ciudadanía ante la información pertinente. Será, más allá de potenciales y más profundos debates, para indudable beneficio de todos.
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