Orlando Verna / La Capital
Los festivales folclóricos han modelado el perfil de algunos grupos que, con la venia del público, recurren a una infinita repetición de modelos propios de shows donde la arenga, la exaltación festiva y la explosión instrumental se presentan en formatos bien iluminados pero vacíos de contenido. Un lugar cómodo que Los Tekis prefirieron abandonar. Y de muestra sirve un botón. El concierto que el grupo jujeño formado en Córdoba ofreció el jueves en el teatro Broadway levantó, carnavalitos mediante, al público de sus asientos, pero por sobre todo lo emocionó con un set de canciones románticas más acordes al ámbito teatral que a una plaza festivalera. Acompañados por una audiencia leal y fervorosa, Los Tekis dieron rienda suelta a su fusión de ritmos puneños, mediterráneos y hasta foráneos donde se destacaron la interpretación de Mauro y Sebastián, quienes además, junto a Pipo dominan la escena musical y performática del grupo. Cuando Walter se suma con guitarra la fiesta es completa. La percusión de Juanjo y el bajo de Pucho marcan el paso de rock y pop heredado por su generación sin que desentone la irreverencia. Es así mismo que Los Tekis consiguieron imponerse en el folclore, con vigor musical y una profunda convicción por un sonido de aristas filosas, casi estridente, que lleva a la algarabía. Lo demás es pura energía con carnavalitos, cuecas y bailecitos. Sobresalen la "Selección de carnavalitos I y II", "La fiesta", "Llegó el carnaval" y "Way, ay, ay", aunque hay tiempo para otras cosas que no son batir palmas, bailar en los pasillos del teatro y aplaudir a rabiar. Los Tekis se dieron el gusto de armar un set romántico, casi íntimo que los conecta con la gente a través de palabras de amor como con "Qué será de nosotros", "Si me pudieras perdonar" y "Dejé mi querer". Otro tema que hizo las delicias del público fue un tango, "9 de Julio" con bellos arreglos de flauta dulce. Y si de música se trata, la mejor es la del corazón, aquella que suena en la ovación del final de cada tema o en los ruidosos besos de sus admiradoras sobre el mismo escenario del Broadway. Lo que se dice un verdadero festival, ceremonia que continuó fuera del teatro. Los Tekis fueron literalmente abordados por sus admiradores y no pudieron ir a cenar hasta altas horas de la noche. Eso sí que es devoción.
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