Año CXXXVI
 Nº 49.809
Rosario,
viernes  11 de
abril de 2003
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El increíble toque del azar

Hernán Lascano / La Capital

La primera noticia que dio La Capital sobre los aventureros de la Aduana fue el 9 de febrero pasado. Desde entonces La Capital publicó otras cuatro notas. En ellas se narraban cómo los embaucadores reiteraban con la misma modalidad, e idéntica impunidad, sus exitosas triquiñuelas. Se contaba cómo se movían por la ciudad y hasta se ofrecían novedades sorprendentes. Como la referida a la oscura negociación del Volkswagen Passat modelo 2000 que utilizaban los timadores. Eso fue justamente en la edición de ayer. Donde se refería, de paso, la defraudación contra otros dos productores.
Era a tal punto difundida la historia de la sociedad de la Aduana que este diario, por ejemplo, tenía hace 16 días los nombres de sus miembros, caídos recién ayer. También tenía las direcciones aproximadas que frecuentaba la pareja que, no casualmente, resultaron ser varias de las allanadas. Y si las tenía no era porque la sagacidad investigativa de los periodistas fuera sobrenatural. Las tenía, sencillamente, porque desde mucho tiempo antes las tenía la policía.
Y fueron policías, que no mintieron cuando aportaron esos nombres, los que dijeron que los dos detenidos se movían en calma por sus lugares usuales en la ciudad. Y los que contaron que esa libertad de movimiento los estafadores la pagaban bien -no precisamente a los encargados de su captura- a sectores que les vendían protección.
Puede ser casualidad, es cierto. Pero es sugestivo hasta lo increíble que a Rufino Palau y Gladys Norma Boix los hayan prendido de las pestañas seis horas después de que este diario estuviera en la calle narrando sus últimas andanzas, esta vez con pormenores que parecían un desafío a la policía. Hay detalles asombrosos de la seguridad con la que parecían moverse los estafadores. Un ejemplo: Gladys Boix utilizaba, en lugar de uno falso, su nombre auténtico, lo que se publicó en la primera nota de la serie hace dos meses, aquel 9 de febrero.
Es un indudable mérito policial, al fin de cuentas, producir las detenciones de dos personas que, presumiblemente, azotaron a compradores que llegaban desde fuera de la provincia a hacer negocios de buena fe a Rosario. Pero todo rebosa de mil suspicacias. Es difícil creer que sabían quienes eran y no podían pescarlos. Que fueran hallados sobre la tinta fresca de la última nota supone que no era tan arduo salir a buscarlos. Las capturas, en este caso, no disipan las sospechas.


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