Año CXXXVI
 Nº 49.808
Rosario,
jueves  10 de
abril de 2003
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Pidiendo el voto: Una cuestión de principios

Gustavo Breide Obeid (*)

No somos ni ingenuos ni soberbios como para suponer que en estas elecciones vayamos a conquistar la primera magistratura del país. Nuestra presencia electoral obedece a propósitos que son a la vez más modestos y más profundamente vividos en tanto arraigados: a nuestras convicciones políticas. Aspiramos a difundir y a obtener el apoyo de los diversos círculos de la sociedad en torno a un conjunto de ideas, valores y principios que nos definen y que son el motor de la subsistencia y de la perfección de la Nación.
La primera de las exigencias que la concreta situación del país impone consistirá necesariamente en la recuperación de la autoridad del Estado. La corrupción de los gobernantes y la pasividad de una población que ha sido castrada en sus esperanzas no es más que la consecuencia de este estado de cosas.
A nadie puede sorprender que en tales condiciones lo que se debate no sea un proyecto nacional sino el acomodamiento de los sectores sociales y de los núcleos de interés a la anarquía que se vive. Tendencia que todo indica proseguirá agravándose luego de los episodios electorales a los que hemos de asistir y en los que hemos de participar, por cierto, para evidenciar su artificialidad y reclamar su sinceramiento, por lo que hemos de apoyar a cualquiera que lo intente honestamente.
El clamor por la seguridad que se percibe enfáticamente en los reclamos de la opinión pública no puede ser satisfecho sin el restablecimiento de la autoridad del Estado.
Por otra parte, esta autoridad del Estado ha de proyectarse en la defensa de un territorio y de la integridad de sus partes, que no puede quedar librado ni a convenciones puramente jurídicas ni a la declamada protección de organismos internacionales o de terceras naciones, sino conferido en su plenitud a las estructuras profesionales de la organización del poder.
La crisis económica en la que nos debatimos resulta en el fondo de la incapacidad de organizar los recursos propios que residen en los hombres, en los bienes y en la experiencia que la naturaleza nos proveyó generosamente.
Pero la ideología, la negligencia o la venalidad han frustrado como instrumentos por excelencia del crecimiento de la riqueza y de su justa distribución.
La gran cantidad de desafíos concretos que exige esta recuperación de la riqueza ha sido expuesta en los cursos de acción propuestos por el PPR, por lo que sólo mencionaremos en esta declaración la necesidad de encarar bajo esta inspiración los compromisos externos o internos de endeudamiento, de manera de que las exigencias de los acreedores dejen de ser el instrumento de sometimiento a los criterios económicos de la finanza mundial y de los grandes consorcios multinacionales.
Sólo el pleno restablecimiento de objetivos nacionales comunes permitirá superar este estado de cosas, cuya dinámica espontánea impele a ampararse en el desquicio. Ciertamente que no estamos pensando únicamente en los sectores económicos, sino que nuestro juicio alcanza a la totalidad de dichos cuerpos, inclusive de los segmentos culturales o religiosos que sin perjuicio del respeto por su condición, han de ser alineados inteligentemente en la empresa de reconstrucción nacional a la que estamos abocados.
(*) Candidato del Partido Popular de la Reconstrucción


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