 |  | cartas ¿Ayuda humanitaria?
 | ¡Qué tremenda paradoja! Sería hermoso que estuviera presente don Miguel de Unamuno, quien pasó su vida descifrando paradojas. Unidos en fines comunes y humanitarios los misiles, las bombas (¿ambas muy inteligentes?), la metralla, los paquetes de arroz y un poco de agua potable, que no alcanzará seguro para frenar la aparición de enfermedades como el cólera, la disentería, la desnutrición y lo que es aun peor, el destrozo de familias enteras. La orfandad crecerá con mayor profusión en niños desamparados, quienes se transformarán en seres cargados de odio. ¡Qué tremenda disociación entre las palabras y las acciones surge desde todos los lugares donde existe un poco de poder! Nuestro gobierno, (léase poderes de un Estado ausente e indiferente) también se suma con esas huecas palabras, prometiendo ayuda humanitaria al país devastado por el amo del mundo, en contra de lo dispuesto por Naciones Unidas, mientras ignoramos, o mejor aún, miramos para otro lado en nuestro propio país, inmensamente rico, cómo se mueren miles y miles de chicos de hambre. Posiciones ambiguas de gobiernos débiles y sumisos para conseguir algo del reparto que se pudiera hacer de un país arrasado. Nada tiene que ver el gobierno iraquí con el pueblo de Irak, como tampoco tienen que ver con las acciones fratricidas de los gobiernos a quienes sirven, los pobres soldados de uno y otro lado que creen que están luchando por la felicidad de sus pueblos y por la más vapuleada de las palabras: "libertad", usada según conveniencia de los ganadores de las contiendas. Sabemos que nadie gana con la guerra, salvo los fabricantes de armas, aunque el triunfador encontrará los medios para decir que fue una guerra por la libertad de los pueblos. Mas se han visto movilizaciones en todo el mundo, que son la verdadera representación de las voluntades de los miembros de la comunidad internacional. Recordemos entonces al inmortal Goethe cuando dijo: "Por encima de las naciones está la humanidad". Doctor Efraín Hutt
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