Año CXXXVI
 Nº 49.808
Rosario,
jueves  10 de
abril de 2003
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Se llevaron sillas, mesas, hornos, vajilla y mantelería por siete mil pesos
Piden un servicio de cena y roban el patrimonio de un empresario
Los ladrones alquilaron un club de Echesortu y montaron un teatro increíble para la estafa

Ariel Etcheverry / La Capital

Un robo perfecto y calculado hasta el más mínimo detalle dejó a un empresario gastronómico hundido en un grave perjuicio económico, pero también con el sabor amargo de ya no poder confiar más en nadie. Una verdadera banda, que invocó a la Central de Trabajadores Argentinos (CTA) en la organización de una cena multitudinaria en un conocido club social de barrio Echesortu, le birló un servicio completo de mantelería, sillas tapizadas, mesas, cocinas, hornos y vajillas. Todo estaba valuado en más de 7 mil pesos. Como parte de la patraña, los embaucadores llegaron a alquilar y obtener las llaves del club donde se iba a realizar el encuentro gastronómico.
El comerciante que sufrió esta estafa fuera de todo catálogo es Alejandro Almoualem, de la localidad de Pérez. Y el fraude incluyó una puesta en escena digna de un film. "Uno no está para pensar en quien te puede hacer algo así. Uno está para trabajar y se aprovecharon de eso. Cuando estás en lo tuyo, no podés tomarle una foto a cada cliente, ni pedirle todos los datos. Armaron todo como si estuvieran preparando una cena política. El salón estaba alquilado, había gente limpiando el lugar que tenía las llaves. No se cómo en el club le alquilan las instalaciones a cualquiera para que, horas después, desaparezca la inversión de una vida", contó el hombre con tal afectación que parecía a punto de llorar.
La historia del robo comenzó el viernes último, cuando alguien se comunicó con la empresa de catering de Almoualem para contratar un servicio para una cena que supuestamente iba a ofrecer la CTA en el Club Servando Bayo, de San Luis al 4200, para 120 personas. Como es de rigor en ese tipo de prestaciones, los interesados concertaron una visita al local para ponerse al tanto in situ de los alcances y características de lo que se ofrecía. La visita se concretó el sábado al mediodía en la propia empresa de Almoualem.
Los falsos clientes siempre se identificaron como representantes de la central sindical, aunque nunca acreditaron sus nombres. Luego de aceptar lo que Almoualem les ofrecía, solicitaron un precio más accesible, ya que le anunciaron la intención de realizar dos cenas más, una que debía realizarse ayer y otra mañana. Por tal motivo, el empresario les sugirió alquilarles mesas, sillas, toda la mantelería y la vajilla, hornos y cocinas para la ocasión por 500 pesos. Entonces ambas partes quedaron en llevar todos los elementos al club Servando Bayo el domingo a la mañana.
El empresario gastronómico recordó a La Capital que ese día entre las 9.15 y 9.30 llegó junto a otras dos empleados a la entidad, donde en unos cuarenta minutos descargaron todos los elementos de su camión. Almoualem sostuvo que todo pareció de lo más normal. Las personas que lo habían contratado tenían las llaves del salón y que incluso habían personas limpiando el lugar. En ese momento, según el relato de la propia víctima, saltó que faltaba una silla dentro del lote que había sido alquilado.
Entonces el empresario optó por ir a buscarla. Eso hizo y regresó al club alrededor de las 13. A esa hora se encontró con que uno de los hombres que lo había visitado el día anterior en su empresa degustaba una picada con vermú, mientras a su alrededor todavía estaban apiladas y amontonados los artículos. Fue en ese momento en que el comerciante, en el medio de lo que serían los momentos previos al "armado" del salón, quiso entregarles a sus falsos clientes la factura "C" a nombre de la CTA con el detalle de los gastos del servicio.
"Por qué no venís después de las cuatro de la tarde, así te pagamos por adelantado. Pero antes llamá por teléfono porque a lo mejor te pedimos más sillas y mesas", le sugirieron. Hasta ese momento lo peor que podía pensar Alejandro era que no le fuesen a pagar, nunca que le llevaran sus pertenencias. Y menos aún cuando quiso tener una gentileza con sus clientes y les ofreció acomodar o distribuir las mesas por el salón. "No, dejalas así, porque tenemos que limpiar todavía", le explicaron. Almoualem no sospechó nada. De hecho había un par de hombres pasando el escobillón por el piso. Pero el empresario se marchó y así mordió el anzuelo.
Cuando intentó comunicarse por teléfono con el club para confirmar si el servicio se ampliaba, el conserje del Servando Bayo le informó algo que lo dejó con la boca abierta: los organizadores de la cena habían decidido cambiar de lugar y se llevaron todo. Desesperado, Almoualem comenzó una frenética recorrida por cuanto salón o club tuvo a su alcance, pero todo fue inútil. Más de siete mil pesos se le había esfumado.
El caso es investigado por la sección Seguridad Personal de la Unidad Regional II.



Ilustración: Chachiverona
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