Bagdad. - Los marines estadounidenses sólo miraban mientras dos iraquíes, uno con un casco de boxeo y guantes rojos y el otro con el mismo atuendo blanco, pasaban empujando un carrito de compras lleno de equipos de computación. Los temidos soldados y policías del presidente Saddam Hussein se habían esfumado, y los residentes de Bagdad comenzaron el saqueo desordenado. Algunos vitorearon al presidente estadounidense George W. Bush.
"Es como un K-mart, se lo están robando todo", comentó un marine que observaba el saqueo de tiendas y edificios, refiriéndose a una gran cadena minorista estadounidense. Poco después del paso de los iraquíes con trajes de boxeo extraídos de una tienda de artículos deportivos, un vehículo pasó con una silla de ruedas atada al techo.
Los marines, que habían entrado en la capital desde el este en las primeras horas de ayer, recibiendo vítores y flores de los residentes, instaron a la multitud a dispersarse, usando altavoces. Pero pocos hicieron caso. Cientos de personas se reunieron en las intersecciones coreando "Bush, Bush, Bush", y mostrando sus botines. Debajo de un puente misiles tierra-aire quedaron emplazados, abandonados.
Una multitud lanzó zapatos contra una estatua de Hussein en una plaza en el centro de Bagdad y arrancaron una placa metálica del pedestal de mármol, dijeron testigos. Dos ó tres se subieron a la enorme escultura y le amarraron una soga al cuello. Un tanque estadounidense, alentado por una multitud, la derribó después de varios intentos. El gesto de desprecio para el hombre que ha liderado Irak con puño de hierro durante un cuarto de siglo fue vigilado por soldados estadounidenses, quienes habían entrado pocos minutos antes en la plaza donde está situado el hotel Palestina, que alberga a cientos de periodistas extranjeros.
Del Ministerio del Comercio salía humo, al igual que de la sede del hijo mayor de Hussein -Uday- el edificio del Comité Olímpico, dañado por los bombardeos. No había tiroteos y los incendios al parecer fueron provocados por los saqueadores. Los residentes habían irrumpido en los edificios del gobierno incluso antes de la aparición de las tropas estadounidenses. Se llevaron todo lo que tenía algún valor. Y no había mucho.
Un iraquí se tambaleaba bajo el peso de un jarrón ornamental, que tenía la mitad de su estatura. Otro salió del Ministerio de Irrigación con un enorme ramo de flores plásticas.
Los símbolos de Hussein
Las únicas armas en esas calles eran fusiles AK-47 de civiles que interrumpían los saqueos para manifestarse en contra de Hussein y saltar de alegría frente a las cámaras de televisión extranjeras. Un hombre que salía corriendo de un edificio gubernamental se quitó el zapato para golpear un afiche de Hussein que otro había sacado de la pared de una oficina. Alguien había dibujado unos cuernos negros en otro retrato.
"¡Si ustedes supieran lo que este hombre le hizo a Irak! El mató a nuestros jóvenes, mató a millones de personas", expresó uno. "No a Saddam. Gracias, señor Bush", replicó un anciano. Los hombres más jóvenes apilaban sillas, mesas y cajas de oficina en camionetas. Otros salieron de un depósito rodando neumáticos amarillos.
Las multitudes saquearon tiendas usadas por el gobierno para repartir raciones alimenticias y edificios del partido Baas, pilar de las tres décadas de Hussein en el poder. "Es una vergüenza ver lo que está sucediendo pero estamos en el terreno para operaciones militares, no para ser policías", comentó el mayor Mike Birmingham de la tercera División de Infantería de Estados Unidos. "Va a ser un asunto con el que tendrá que lidiar la eventual administración", declaró.
En el este, multitudes saquearon la sede de la ONU en el hotel Canal. Hasta hace un mes, vivieron allí los inspectores de armas cuya misión terminó cuando Bush decidió ir a la guerra para despojar a Irak de armas de exterminio, que Hussein negaba poseer. Estas todavía no fueron encontradas. Los únicos disparos que se escuchaban en el centro de la ciudad eran de milicianos iraquíes que disparaban esporádicamente contra los estadounidenses desde el otro lado del río. Algunos disparos parecían estar dirigidos a los civiles en las calles. (Reuters)