El Tribunal Oral en lo Criminal 6 de Lomas de Zamora absolvió ayer por inimputable a Javier Romero, el chico acusado de haber matado a un compañero porque lo cargaba, y dispuso su alojamiento en un establecimiento de salud mental. La decisión de los jueces coincidió con el pedido de la Fiscalía, pese a que los querellantes reclamaron 15 años de prisión para el imputado. Al escuchar la resolución, la madre del chico muerto se levantó indignada y, tras culpar a Romero de las desgracias sufridas por su familia, acusó al fiscal y a los jueces de haberla defraudado. Sin embargo, Romero no estaba presente para ver esa reacción. Como el tribunal no hizo lugar a un pedido de la defensa para que se retiraran de la sala los medios de prensa que cubrían el caso, el chico escuchó la sentencia en un cuarto anexo al tribunal, acompañado de dos policías. Todo ocurrió el 4 de agosto de 2000, frente a la escuela de Educación Media número 9 de Rafael Calzada, cuando Javier Romero, de 19 años, disparó con un revólver que había llevado desde su casa sobre un grupo de compañeros que se burlaban de él con el apodo de "Pan Triste", porque era retraído y desgarbado, como el personaje de unos dibujos animados. Como consecuencia de los disparos, Mauricio Salvador, de 16 años, resultó muerto con un balazo en la cabeza, mientras que Gabriel Ferrari, de 18 años, sufrió heridas. Tras el ataque Romero escapó, pero horas después sus familiares lo entregaron a la policía y casi fue linchado por los allegados a las víctimas. Los jueces Daniel Obligado, Gustavo Goerner y Claudio Fernández anunciaron su decisión luego de tres días de debate. Con un rosario en el cuello y una foto de su hijo colgada en el pecho, Marta Martínez, madre de Salvador, escuchó la sentencia tomada de la mano de su esposo, junto al que lloró cuando -durante el fallo- se leyó cómo había sido el momento del hecho. Pero, a lo largo de los fundamentos, los jueces hicieron hincapié en la cantidad de testigos que habían señalado las burlas que sufría Romero por parte de sus compañeros y los testimonios de los docentes que destacaron la buena conducta del imputado, en contraposición con el comportamiento de los dos alumnos baleados. Romero "no tenía vida social, ni siquiera miraba televisión, sufría constantes dolores de cabeza y padecía problemas para dormir", contó uno de los testigos en el debate. Los compañeros de escuela destacaron que el chico empezó a sufrir las cargadas desde que comenzaron las clases porque era nuevo y porque sólo hablaba cuando le dirigían la palabra. Tanto en el aula como en los recreos le decían "Pan Triste", pero frente a eso el chico "no respondía a las cargadas, se quedaba callado", dijo uno de los testimonios que valoró el tribunal. A la hora de los alegatos, la Fiscalía, al igual que la defensa, entendió que el joven era inimputable por entender que, en el momento del ataque, había sufrido un "episodio psicótico breve". Pero los familiares de la víctima sostuvieron que Romero tuvo "plena conciencia" de sus actos. El tribunal, sin embargo, compartió el criterio de la Fiscalía y, tras absolver a Romero, ordenó que se le realicen una serie de análisis para determinar su eventual internación en un neuropsiquiátrico. (DyN)
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