María Laura Cicerchia / La Capital
Un suboficial de la policía rosarina fue procesado como autor de un osado robo a una pañalera ubicada a metros de la Jefatura, de la cual cuatro delincuentes se llevaron mercadería por un valor de 50 mil pesos en una camioneta de la víctima y en un viejo colectivo que introdujeron para tal fin en el lugar. El cabo primero Teodoro Juárez fue reconocido por el comerciante asaltado por pura casualidad en la calle, cuando trasladaba a un detenido a un control médico. Además del inequívoco reconocimiento de la víctima, un detalle físico terminó de comprometerlo. La víctima consignó que el asaltante tenía amputado el dedo meñique de la mano izquierda. Y el de Juárez es el único caso de un policía con pérdida de esa falange en toda la Unidad Regional II. La resolución fue adoptada por el juez de Instrucción Jorge Eldo Juárez y no fue apelada por la defensa del imputado, por lo que el caso podrá pasar directamente a juicio. El policía fue procesado por el delito de robo calificado, pero el dictamen judicial podría tener otras ramificaciones. El juez ordenó a la fuerza que investigue supuestas irregularidades con el servicio de policía adicional denunciadas por el imputado (ver aparte) y que determine quién atendió una serie de llamados efectuados con el celular robado a la víctima al número del Comando Radioeléctrico. El atraco gozó de un grado de organización e impunidad sorprendentes. Los ladrones actuaron a cara descubierta y no se privaron de cruzar una broma tras otra durante el trabajo, que les demandó una hora y media. La mañana del 14 de noviembre de 2002, Oscar Visciarelli llegó a su pañalera de Benito Juárez 2644 sin sospechar que en minutos quedaría en la ruina. A las 7.45 estacionó su camioneta Ford Transit blanca frente al local, inaugurado seis meses atrás, y bajó a abrir la persiana metálica. En eso estaba cuando cuatro hombres aparecieron por atrás y lo encañonaron con un arma. Uno de ellos, recuerda Visciarelli, vestía el uniforme policial: zapatos negros, pantalón azul y camisa celeste. Calzaba una pistola negra en la cintura y llevaba una carpeta colegial en la mano izquierda. Al empresario lo encerraron en su oficina, atado de pies y manos con cinta de embalar, y uno de los intrusos le sustrajo 1.500 pesos del pantalón. Desde entonces vaciaron el galpón de mercadería, que cargaron primero en la Ford Transit y luego en un colectivo Bedford a los que colmaron de desodorantes, insecticidas, aerosoles, máquinas de afeitar, dentífricos, puré de tomate, champú y crema de enjuague. Además, se apropiaron de 7 u 8 cheques por 3 mil pesos cada uno, un celular y documentación. Incluso hicieron gala de un despliegue de inteligencia cuando le preguntaron a Visciarelli: "¿De tu casa al final se llevaron 4 o 5 lucas?", en alusión a un robo que el empresario había padecido 72 horas antes en su vivienda de la zona oeste. "De los tres al que más puedo describir es al vestido de policía. Es el único que de volver a verlo lo reconocería", apuntó entonces la víctima, quien describió al ladrón uniformado como un hombre morrudo, morocho y de voz suave a quien le faltaba el meñique de la mano izquierda. "Tenía un centímetro de dedo", precisó, detalle que observó cada vez que el ladrón-policía abría la puerta de la oficina y cuando en una ocasión le acercó un vaso de agua. Cuatro días después, Visciarelli no se resignaba a perder sus bienes y recorría en auto la ciudad en busca de su camioneta o el viejo colectivo. No dio con sus pertenencias, pero en la búsqueda tropezó con un policía al que reconoció en el acto como el maleante que vestía uniforme azul. Fue en Zeballos y Alem, donde lo vio bajar de un patrullero tomando del brazo a un preso junto a otro policía. "Ese es el mismo que me robó. No pude ver su mano izquierda porque llevaba al detenido", dijo el empresario al denunciar su hallazgo en la seccional 21ª. Desde allí consultaron con sus pares de la comisaría 4ª y confirmaron que el móvil 2079 había sido destinado al traslado de un interno al Hospital Provincial. Y que el cabo Teodoro Juárez carecía de meñique en la mano izquierda. El policía quedó detenido y fue reconocido sin vacilar por el comerciante en una rueda de personas. La ausencia de una falange en la mano izquierda de Juárez fue acreditada por la médica forense, quien consignó que ese defecto "no es de fácil observación si se flexiona los dedos o se cierra el puño". Para el juez Jorge Eldo Juárez, eso explica que el policía llevara una carpeta en el momento del atraco como un medio para disimular ese rasgo. Por su parte el policía negó toda relación con el hecho: "En 13 años de policía es la primera vez que me pasa algo así", dijo, y reveló que esa mañana salió a comprar facturas con su hijo. Pero la panadera no pudo confirmarlo. También dijo en su descargo que no tiene un uniforme como el que usó el ladrón de la pañalera "porque es muy caro". Por eso el juez pidió a sus compañeros de la seccional 4ª que atestigüen qué tipo de uniforme solía usar el cabo. Asimismo, la investigación acreditó que del teléfono celular robado a Visciarelli se efectuaron varios llamados en los días posteriores al golpe. Muchos de ellos, tal como surge de los listados de Telecom, fueron efectuados al 101, el número del Comando Radioeléctrico. El juez quiere que Asuntos Internos entreviste a los destinatarios de esos llamados y determine si existen sospechas sobre alguno de ellos.
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