| | Editorial La salud y los Ecoclubes
| Mientras las imágenes de la guerra en Irak no dejaban de golpear las conciencias de centenares de millones de personas en el mundo, la Organización Mundial de la Salud (OMS), dependiente de las Naciones Unidas, conmemoraba ayer, quizás con una dimensión como pocas veces ocurrió en los últimos años, el Día Mundial de la Salud. Es que precisamente, en este 2003, la celebración se centró en los ambientes saludables para los niños, y para ello se programó una gran variedad de actividades a través de distintas dependencias oficiales y organizaciones no gubernamentales. Claro, nunca se pensó que la ONU iba a fracasar en el intento de impedir la guerra y ayer se encontró con ese horroroso escenario donde diariamente mueren civiles, entre ellos muchos niños, en tanto la contaminación ambiental provocada por los pozos de petróleo destruidos o las miles de bombas impactadas hacen prever una secuela devastadora para gran parte de la población iraquí. Precisamente, la enorme lección a tomar tiene que ver con la fragilidad del planeta, con el ilimitado maltrato que la civilización le depara, rompiendo su equilibrio y poniendo en serio riesgo a toda la cadena de especies que lo habitan, incluido el ser humano. Y frente a este hostigamiento, desde aquellos más graves hasta los leves, siempre existen acciones que pueden comenzar a poner un límite o bien impedir que se repitan mayores riesgos ambientales. En este sentido, se destaca la iniciativa de los Ecoclubes, una organización formada por jóvenes y surgida en la ciudad de Firmat, que coordinaron talleres, charlas y otras actividades en unas cien localidades argentinas para concientizar sobre la necesidad de preservar el medio ambiente y mejorar la calidad de vida de las futuras generaciones. La tarea de estos jóvenes, que cuentan con el respaldo del Ministerio de Salud de la Nación, la Organización Panamericana de la Salud y la OMS, merecería recibir una mayor valoración y apoyo en cada uno de los lugares donde están establecidos, porque los beneficios no sólo tienen que ver con la resolución de problemas ambientales de cada núcleo de población sino que además ofrecen un camino de participación y acción en favor de la comunidad. Y es por ello también que niños y jóvenes pueden comenzar a recibir valores y principios esenciales que abran sus vidas hacia un destino noble y trascendente. Seguramente, entre las múltiples acciones desarrolladas en la jornada de ayer por distintas organizaciones, la de los Ecoclubes deparará un valioso balance. En definitiva, una verdadera cuota de aire puro para una sociedad demasiado corroída y descreída.
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