Um Qasr. - Combustible, cigarrillos, una ducha o un poco de comida fresca: todo es negociable en tiempos de guerra y todo sube de precio rápidamente al ritmo de una inflación marcada por la miseria y el instinto de supervivencia. "Por 600 dólares les hago entrar a Irak en mi automóvil. Tengo contactos, está garantizado. Ustedes pueden trabajar durante todo el día, dormimos en tiendas de campaña y al día siguiente volvemos a Kuwait". Esta es la propuesta turística de un peculiar personaje llamado simplemente Peejay, cuya nacionalidad se desconoce, que se gana la vida organizando visitas a Irak para periodistas que no consiguen entrar en el país por los controles fronterizos. Su automóvil, un todoterreno cubierto de barro para pasar más desapercibido, ya hizo diez idas y vueltas desde que comenzó la guerra y espera seguir al mismo ritmo en las próximas semanas. En la única estación de servicio de Um Qasr también entendieron que la guerra puede ser la oportunidad de ganar un buen puñado de dólares gracias al preciado combustible. "Los 40 litros cuestan un dólar, pero para los extranjeros el precio es de cinco", explica uno de los empleados. Además del combustible, el dueño del lugar ofrece un patio interior donde pueden pasar la noche tranquilamente varios automóviles. Al fondo, hay un precario baño con ducha que trae el agua con el impulso de un generador. El hotel cuesta 40 dólares por noche, el salario medio mensual para un iraquí que trabaja en el puerto de la ciudad. "¿Quieren whisky o anís?", preguntan algunos habitantes de Basora o Al Zubair mientras muestran el alcohol guardado en bolsas de plástico a soldados. El precio de la botella oscila entre 30 o 60 dólares. Más de dos semanas después del inicio de la guerra, pocos en el sur de Irak quiere ya los dinares con la figura de Saddam Hussein y hasta en el precario mercado de Um Qasr, los tomates o los huevos se pagan en dólares. La guerra también multiplicó las posibilidades laborales de aquellos iraquíes o kuwaitíes que hablan inglés y pueden servir de traductores tanto a militares como a periodistas. Las tarifas oscilan: 150 dólares por día para kuwaitíes profesionales o 50 dólares para iraquíes que debutan en la profesión. Algunos más afortunados tienen un contrato con el ejército británico o estadounidense para hacer de mediadores con las familias de prisioneros de guerra o con los propios detenidos. "Mister, por cinco dólares le hago un arroz, por diez le pongo un poquito de pollo", anuncia una anciana iraquí sucia y harapienta a los ocupantes de los automóviles extranjeros que entran a Um Qasr. (AFP)
| |