A mediados del pasado año tuve mi segunda experiencia en cuanto al perfeccionamiento de mi inglés, combinando vacaciones y estudio, esta vez en Malta. Ubicado al sur de Sicilia, en el corazón del mar Mediterráneo, es un archipiélago cuyas principales islas son Malta, de la cual el país tomó su nombre, Gozo y Comino. Su capital es La Valetta, y los dos idiomas oficiales son el maltés y el inglés.
Tal vez para los argentinos, este pequeño país europeo resulte un tanto desconocido, teniendo en cuenta que es un destino no tradicional. Sin embargo, el lugar es único, su gente muy respetuosa y hospitalaria y con una particular mixtura de culturas, que se deja entrever en los innumerables hábitos británicos y en la fervorosa religiosidad de su pueblo, de raigambre itálica.
El curso de inglés lo desarrollé en Sprachcaffe Village Resort, un complejo residencial-educativo de muy buen nivel académico, donde también me alojé. Repleto de alemanes, suecos, italianos, holandeses, turcos, austríacos y checos, y enclavado en Pembroke, el instituto se ubica a unas cuadras de la más grande y moderna área residencial y de recreación de Malta, formada por Sliema, St. Julians y Paceville. Sliema es bulliciosa, atestada de tiendas y shoppings, restaurantes y playas populares, que siguen la línea de un paseo de 3 kilómetros bordeando el mar, muy concurrido a toda hora del día. Es imperdible el crepúsculo, ya que frente a Sliema, los últimos rayos de sol bañan de un intenso dorado la silueta recortada de la edificación de La Valetta, con sus hermosas cúpulas reflejadas en las aguas del mar. Un espectáculo donde los objetivos no alcanzan para describir tan magnífico cuadro.
St. Julians, inicialmente una aldea de pescadores, deja adivinar sus orígenes por la inmensa cantidad de los tradicionales y coloridos botes pesqueros malteses, llamados "luzzu" con sus característicos "occuli" (ojo) en la proa, que los protege de la desgracia, según creencias fenicias. La zona de recreo por excelencia es Paceville. Divertidos y muy originalmente ambientados bares temáticos, pubs con música en vivo, restaurantes étnicos, discos y clubes nocturnos permanecen abiertos al público hasta altas horas, colmados de turistas y locales, que hacen del lugar un sitio muy especial.
Inundadas de sol e historia, las islas maltesas han sido habitadas por primera vez hace 7.000 años. Impresionantes templos de piedra y un hipogeo único, entre otros, son los testigos del rico período prehistórico. Posteriormente, luego del establecimiento de los fenicios se sucederían las conquistas de cartagineses, romanos, árabes, normandos y aragoneses. Más tarde el rey de España, Carlos V, concedió las tierras a la Orden de los Caballeros de San Juan de Jerusalén (creada en tiempo de las Cruzadas), cuyos caballeros las administrarían hasta la ocupación de los franceses, los que serían obligados a rendirse después del bloqueo conjunto de las fuerzas británicas y maltesas, pasando las islas a formar parte del imperio británico. En 1964 logró su independencia y en 1974, se declaró República dentro del Conmonwealth.
Malta, la isla mayor
Malta es la mayor de las islas. La Valetta, actual ciudad capital, fue erigida por Jean de la Valette, gran maestre francés de la Orden de los Caballeros de San Juan sobre el gran puerto. Al llegar a la estación terminal, enfrente de la fuente de Tritón, se pueden ver decenas de los típicos autobuses antiguos pintados de amarillo que escoltan la entrada a la ciudad. Rodeada por masivas fortificaciones de piedra, La Valetta encierra edificios de magníficas fachadas y blancas estatuas con imágenes de santos en la mayoría de cada esquina.
Caminando calle abajo por Republic St, la vía principal, al final, está el gran fuerte St Elmo, donde muchos caballeros lucharon contra los invasores turcos. Allí, con el telón del Mediterráneo como fondo, se puede asistir a desfiles militares ambientados como en aquella época. Tampoco debe dejar de visitarse la co-catedral de St. John, sobre cuyo piso están las tumbas de varios Caballeros de Malta, y donde hay pinturas de importantes artistas italianos, siendo la más famosa "La decapitación de San Juan", de Caravaggio.
La antigua capital, Mdina, es típicamente medieval, con la mejor arquitectura normanda y barroca de la isla. A pesar de estar completamente habitada en la actualidad, la "Ciudad silenciosa", como se la llama, es sumamente tranquila. Separada de Mdina por los jardines públicos se halla Rabat, donde se encuentran los restos de la denominada Villa Romana, así como la primera iglesia parroquial, la de St Paul. Esta alberga una gruta que fuera utilizada por San Pablo durante su permanencia en Malta. En las cercanías están las catacumbas que sirvieron de escondite a Santa Agueda. A muy corta distancia, hacia el mar, están los acantilados de Dingli, el punto más alto del país, con vistas panorámicas que quitan el aliento.
Después de un entretenido viaje en ferry, se llega a Gozo, segunda isla más grande, cuya capital es Victoria. Más verde, rural y tranquila, fue refugio durante dos centurias de piratas y corsarios. En el centro de la isla se alza la "Citadella", fortaleza que en su momento sirvió de protección a los isleños. En el lado oeste de Gozo, se puede observar una extraña formación rocosa sobre el mar, conocida como "Azurre Window" (ventana azul), donde se mezclan el azul profundo del Mediterráneo con los riscos de los alrededores.
La tercer isla del archipiélago es Comino. Llegar al lugar es una experiencia única. Los ojos no dan crédito de lo que ven. Las aguas más increíblemente turquesas, combinadas con el litoral marítimo, dan como resultado uno de los paisajes más hermosos del planeta. No sólo es ideal para la natación, sino también para la práctica de snorkel. O simplemente para descansar, mirar y disfrutar. Sol y mar. Historia y cultura. Todo confluye en un edén llamado Malta.
Claudio Santiago Tomasini