El horror encarnizado contra un pobre pueblo como el iraquí y una portentosa inestabilidad a escala planetaria que han hecho caer las certezas humanas con excepción del miedo son una extraordinaria distracción. Sin embargo, en veinte días la Argentina ingresará en el proceso eleccionario que debería clausurar su más riesgosa etapa de debilitamiento institucional desde 1983 a la fecha, restaurar el equilibrio social con inclusión y redistribución más equitativa, recuperar el vínculo positivo entre representantes y representados, recrear la autoestima nacional y, de ser posible, alentar el esperanzamiento masivo de una realidad cuanto menos más morigerada en estrecheces.
Entre el resquicio de ambos desfiladeros por los que caminan el mundo por un lado y el país por el otro, en algún lado, despunta el futuro inmediato de nuestro pueblo. Semejante circunstancia histórica bien justificaría la aflicción social. Pero con excepción de los propios candidatos a quienes el nerviosismo les crece de modo inversamente proporcional a medida que se achica el tiempo que resta para que llegue el día de ir a votar, nadie parece medianamente conmovido por la excepcionalidad del momento.
Tampoco los santafesinos, quienes no han advertido o prefieren no darse cuenta de cuánto podría incidir el resultado electoral en el mapa político provincial.
Por improbable que hoy parezca la hipótesis de un triunfo nacional opositor -cualquiera sea el partido al que represente-, recrearía de manera automática el optimismo de quienes disputarán luego la supremacía al invicto Partido Justicialista en la provincia de Santa Fe, que se las arregló hasta ahora para extender in eternum su arrendamiento de la Casa Gris. De seguir perfilándose, como hoy aparece y nada indica que pueda no vaya a ser así dado el exiguo plazo del que se habla, el protagonista privilegiado para ese hipotético escenario sería el intendente de Rosario, Hermes Binner.
Una elección clave
Para cualquiera de los candidatos opositores que pudiera acceder a la Presidencia de la Nación el 27 de abril o en la segunda vuelta del 18 de mayo, los comicios provinciales en Santa Fe que deberán realizarse pocos meses después de su asunción se convertirán en una cuestión tan esencial como imperiosa. Si un opositor llegó es porque en el camino quedaron todos los peronistas propuestos y la sempiterna interna entre Eduardo Duhalde y Carlos Menem se habrá zanjado de momento con un empate en el que ambos aparecerían derrotados por igual.
Con ambos líderes fuera de combate el nuevo presidente no peronista con seguridad intentará, de estar a su alcance, impedir que el siempre tercero en discordia de las más altas esferas de conducción justicialista se transforme en el campeón moral y, encima, obtenga una enésima ratificación de dominio territorial.
Si ningún candidato peronista llegara a la Presidencia de la Nación para no pocos dirigentes, políticos, analistas, encuestadores y ciudadanos se habrá autocumplido el convencimiento de que el único en condiciones de haber evitado la derrota era el gobernador de Santa Fe, Carlos Reutemann. En la hipótesis aludida este será un valor agregado que Reutemann sumaría a su capital político de manera instantánea que lo podría convertir en un nuevo líder justicialista y candidato natural presidencial para el 2007. ¿Qué presidente opositor querría ver semejante recambio antes de asumir? \La conclusión es que ese hipotético presidente opositor buscaría fortalecer con las herramientas que estén a su alcance las chances de aquel candidato no peronista que pueda disputarles a los hombres del gobernador la administración provincial a fin de intentar esmerilar en todo lo que pueda la condición de providencial e imprescindible hombre con que se alzaría para su partido ante una debacle electoral nacional del PJ. El destinatario de ese esfuerzo podría ser Hermes Binner.
Es por ello un sobrentendido que la estrategia electoral de la Casa Gris se bifurque en dos objetivos esenciales, correlativos e igualmente prioritarios y que uno de ellos sea, precisamente, la mayor neutralización posible a las chances electorales de una candidatura a gobernador de Binner. Tarea a la que, como lo deben advertir el intendente y sus allegados, se encuentran abocados con premeditación.
El otro objetivo de los estrategas de Reutemann es, claro está, lograr ungir un candidato de su propio riñón (Alberto Hammerly ya lanzado en pos de ese anhelo o, confidencian, Horacio Rosatti a guisa de muletto) que si no gana pueda al menos restringir los alcances de un eventual triunfo del peronismo de la mano de Jorge Obeid, empeñado en retornar a la Gris.
Obeid firmó un proyecto para reclamar que el gobierno argentino no vote en contra de Cuba en el seno de las Naciones Unidas y quienes lo conocen dicen que hay que esperar otros gestos notorios en los próximos días. Pero quizá lo que dé la medida de que está en campaña y se dispuso cuidar la paz preparándose para la guerra es que acaba de lanzarle un guantazo a Carlos Reutemann al desdeñar públicamente el desdoblamiento electoral que el gobernador se pasó la semana instalando.
"A menos que se pretenda favorecer a algún candidato en particular", lanzó como al pasar el ex gobernador que aspira a volver a serlo, pero esas palabras no se le cayeron por casualidad. Con ellas se convirtió en el primero en señalar casi de modo inequívoco que hacer más de una elección provincial tendría como principal objetivo favorecer las chances de Hammerly, su sorpresivo contendiente, a quien todos atribuyen ser el hombre impulsado por el gobernador.
La aparición de Hammerly, haya o no estado en los planes de Obeid -y como avezado político que es debe haber sospechado que Reutemann no le cedería fácilmente el territorio y el poder estando él poco dispuesto a ser condicionado como dice-, le restó márgenes de maniobra o en todo caso, como parece ahora, lo podría obligar a dar la batalla superestructural que si pudiera evitaría sin lugar a dudas.
Nadie como Obeid sabe cuán arañados pueden salir quienes osen enfrentarse al Reutemann que ha acumulado el inmenso poder desde el que ejerce el férreo control territorial con un arbitrio sin menguas. Pero el diputado nacional no desconoce que los liderazgos se revalidan venciendo al líder o, cuanto menos, pactando en igualdad de condiciones.
Durante sus cuatro años de senador nacional entre 1991 y 1995 Reutemann no dejó languidecer su poder a expensas de hacer notar su injerencia constante en el manejo de la provincia y con ello condicionando, según se quejaron muchas veces sus integrantes, al gobierno de entonces encabezado por Obeid. El Lole había favorecido la llegada de éste a la Casa Gris de manera decisiva y no dejó que nadie lo olvidara, mucho menos el propio sucesor.
Obeid ya ha hecho saber que no dejará que la historia se repita en términos similares. Por eso es que desahució las señales enviadas desde el reutemismo para consensuar una lista de candidatos a diputados provinciales en común con el nombre de Carlos Reutemann a la cabeza. "Quiero hacer lo mismo que él hizo y poner yo los 28 candidatos a diputado. No voy a volver a gobernar sólo con dos diputados y el resto que no me vote las leyes". Semejante respuesta justifica la comezón que les produce a cada hora la campaña electoral del Turco a los reutemistas. Y éste, por más que sigue diciendo que no busca la confrontación sino el consenso, sabe a ciencia cierta que ante los ojos reutemistas cometió la peor herejía posible, que es la de haber rechazado el nombre del jefe en su boleta electoral. Tal vez los deseos de Obeid se cumplan y la interna subyacente que mantiene con el reutemismo -y que por oficios de la ley de lemas deberá dirimirse en la elección general- no estalle en una guerra total pero difícilmente resulte del todo pacífica como espera.
Desdoblamiento polémico
La revelación de este incidente es confirmatoria para el lector de que en los planes del gobernador está encabezar -como hiciera ya en 1995, cuando con ello favoreció el acceso de Obeid a la gobernación- una lista de candidatos a diputado provincial. Y también de que el desdoblamiento electoral es una decisión adoptada, lo que después de esta semana ha quedado evidenciado para todos por las varias veces que el propio gobernador Reutemann defendió esa modalidad. La deducción en este caso, aun si Reutemann nada hubiera dicho, habría caído por su propio peso. A nadie se le ocurre pensar que el Lole esté dispuesto a quedarse cuatro años sentado en una banca del palacio de la plaza Italia de Santa Fe en medio de un montón entre los que sería primus inter pares. Y con esta condición no le cabría menos que la conducción de la Cámara y por eso resulta impensable para cualquiera no ya verlo moderando los largos y a veces tediosos debates sino consensuando decisiones con otros 49 diputados y yendo y viniendo a la Casa Gris para acordar con Obeid las leyes que éste precisara.
Sin embargo, Reutemann encabezaría la lista de candidatos a diputado provincial del sublema que llevará a Hammerly como candidato a gobernador y que Obeid rechazó que también fuera en su boleta. Esto será así por que no piensa quedarse en ese cuerpo sino a posteriori irse al Senado de la Nación. Como también ya hiciera en 1995, en que luego de ser diputado provincial electo fue ungido senador nacional. Por esto el dato es ratificatorio del desdoblamiento porque es necesario que la elección a diputados provinciales se realice en tiempo diferente, antes que la elección para diputados y senadores nacionales. Este es desdoblamiento básico y esencial que necesita Reutemann para intentar transferirle votos propios a su candidato a gobernador y para asegurarse un lugar de amparo en los años en que le estará constitucionalmente vedado habitar en la Casa de Gobierno provincial. A tal estrategia es a lo que en los hechos ha salido a oponerse Obeid con sus dichos en un abierto desafío señalando que lo ve innecesario "a menos que sea para favorecer a algún candidato en particular". Y esto lo dice porque precisamente eso mismo hizo el Lole en 1995 para favorecerlo a él a que le ganara a Usandizaga y al otro candidato peronista, Héctor Cavallero.
La pregunta es si el Turco ha salido a mojarle la oreja al Lole. Desde el obeidismo responden que en realidad su jefe no hace sino recordarle al gobernador una promesa que éste le hiciera y que para ellos tiene las características de un compromiso político. Se sabe que lo primero que Obeid hizo fue ir a avisarle a Reutemann que se postularía a la Gobernación y que adheriría públicamente a candidatura de Néstor Kirchner. Reutemann aprobó de buen grado, aunque más la primera de ambas decisiones. Acotan que Obeid le preguntó si él apoyaría a algún candidato y el Lole le dijo que no.
A poco de haberse comprometido a no tener candidato propio ante Obeid, Reutemann en su despacho y en presencia de un dirigente gremial dio la siguiente orden: "Alberto, tenés que largarte". Hammerly se convirtió así en candidato a gobernador-delfín. Lo que sigue es la saga aunque los obeidistas se niegan a acreditarla como tal: sorprendido al enterarse de que Hammerly (con quien el obeidismo mantiene inmejorables vínculos a través de Ariel Dalla Fontana desde que ambos negociaron la transición en 1995) se había convertido en competidor suyo, Obeid se fue a entrevistar con Kirchner a quien impuso de su realidad provincial y preguntó si lo "bancaba" en la lucha electoral provincial que debía librar contra Binner y el candidato del Lole. Con la respuesta afirmativa del patagónico bajo el brazo, el Turco se fue a los pocos días con idéntico planteo a Olivos. "Te banqué una vez, y lo haré dos", le dijo Eduardo Duhalde. Desde entonces la campaña de "Obeid, gobernador" lleva anexada en toda gráfica: "Kirchner, presidente 2003".
En la Casa Gris, en tanto, entraría en escena otro nombre familiar y a quienes algunos obeidistas distinguen con especial y esmerada tirria: Horacio Rosatti se incorporaba al Ejecutivo. Aunque el reutemismo se encargó de difundir que en el esquema la figura del ex intendente cierra porque aportaría votos a Hammerly postulándose nuevamente a ocupar el municipio santafesino -ciudad en la que es considerado el político local de mejor imagen y mayor intención de votos para ese cargo-, desde las huestes rosatistas aclaran contando que el subsecretario de Asuntos Legislativos le dijo al Lole que esa oferta era pretender pagarle con su propia plata porque él está en condiciones de ganar solo la intendencia. Cuentan esto para dar a entender que Rosatti cobrará encabezando la lista de diputados nacionales o siendo candidato a gobernador reutemista, si fuera necesario. Rosatti está públicamente identificado con Kirchner, mientras que Hammerly se ha mantenido "prescindente" como el Lole pero con buen diálogo con los menemistas, según dicen en la interna reutemista donde la candidatura de éste también cayó como un balde de agua fría.
Menem, como dice Jaime Bayly, es casi un anciano y difícilmente tenga un 2007, no así Kirchner o Duhalde. En tren de especulaciones y si pretende ser presidente de la Nación ese año a Reutemann le conviene que en abril o en mayo gane el riojano. Obeid se jugó por Kirchner después de haber conseguido que lo apoye junto a Duhalde en la interna y porque si el que gana es Menem habrá que ver si mantiene su candidatura a gobernador después de mayo.
El Lole y el Turco saben que el destino de ambos comienza a jugarse dentro de veinte días y ambos actúan en consecuencia, posicionando ejércitos y negando que vaya a haber guerra.
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