Las fechas pasan y la realidad no cambia. Y a decir verdad, por más duro que suene, Argentino ya no tiene demasiada cuerda de la cual tirar. Ayer jugó como tiene acostumbrados a sus hinchas y por eso el resultado no fue distinto al de otros sábados. El cachetazo que le propinó Temperley no hizo más que hundir futbolística, pero sobre todo anímicamente al grupo en un pozo del que, a priori, parece no tener retorno. Porque por lo visto ayer suena a quimera que el equipo de Sorrento pueda zafar de la difícil situación en la que se encuentra. Lo único rescatable en la goleada por 3 a 0 fue la estupenda actuación del arquero Cristián Campestrini, quien impidió que el mazazo fuera más duro, pero no evitó que Roberto Sosa presentara su renuncia (ver aparte).
Es un hecho que el sacrificio es el único atenuante del albo. Las ganas de ganar están. Por eso el equipo sale a quemar las naves y a mostrar como bandera su vergüenza. Está claro que con eso no alcanza.
A Temperley la bastó con un poco de orden para complicarle la vida. Lógico que a esto le sumó un aspecto fundamental: fútbol. Porque cada vez que el mediocampo celeste ponía la pelota contra el piso el fondo de Argentino no la pasaba bien. Ni hablar cuando los gasoleros salían de contra, ya que siempre ganaban en velocidad y, por ende, marcaban diferencia numérica en el propio campo salaíto.
Pese a que la primera fue para Argentino -Vázquez desvió su remate a los 50 segundos de partido-, Temperley fue más agresivo. Por eso contó con más y mejores chances. Como la que selló en gol Miramontes tras recibir en soledad el pase del ex salaíto Hugo Falcón. Ese gol, cuando apenas iban 16', sirvió para darse cuenta de que al equipo de Sosa le iba a costar horrores remontar la cuesta. Como finalmente fue.
No por nada con el correr de los minutos Campestrini se iba transformando en figura. Sin las características típicas de un monólogo, Temperley fue inclinando la balanza y dejando sin respuestas a Argentino. Apenas un remate de Vázquez que dio en el palo luego de que Genesio se la bajara con la cabeza se mostró como respuesta.
Pero la suerte que corría el albo dependía pura y exclusivamente de la puntería de la visita. Por eso la definición de Robledo a los 5' del complemento luego de que Campestrini volara dos veces de palo a palo selló el resultado del partido, no así al marcador. Después fue más de lo mismo. Campestrini manoteó cuantas pelotas pudo, excepto la que cayó de emboquillada de parte de Balanda.
El problema es serio. Los tiempos se agotan. Mientras, Argentino sigue sin reaccionar y la posibilidad de mantener la categoría comienza a codearse con lo utópico. Lo que sí está claro es que la fe es lo último que se pierde. Tan claro como que a la suerte salaíta le queda poco hilo en el carretel y que el mismo es cada vez más delgado.
Síntesis
Argentino 0: Campestrini 7; Luzzi 4, Sciretta 4 (65' Damiano 5), Bassani 5 e Iriarte 5; R. Sánchez 5 (75' Chacón), Sandoval 4, Villarreal 4 y García 5; Genesio 4; Vázquez 5 (56' Correa 5). DT: R. Sosa.
Temperley 3: Campodónico 6; Balanda 6, Salomón 5 y Ortiz 7; Falcón 6, Genovese 6, Ostua 5 (78' Herrera) y Robledo 5; Miramontes 6; Cejas 5 (71' Wisniewki) y M. Sánchez 6 (75' Delgado). DT: J. Caminos.
Estadio: José M. Olaeta.
Arbitro: Federico Beligoy (6).
Goles: 16' Miramontes, 50' Robledo y 79' Balanda (T).
Expulsados: No hubo.
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